| Abstract | dc.description.abstract | Los ataques sufridos por los Estados Unidos el 11 de septiembre de 2001, establecieron un antes y un después en lo que al terrorismo se refiere. Si bien los atentados de este tipo han estado presentes en nuestra historia desde tiempos inmemorables, luego de esa fecha es que han ido adquiriendo una mayor connotación a nivel mundial.
El mayor impacto generado por este tipo de masacres se debe a numerosos factores, pero apuntamos a la globalización como el más importante de ellos. Desde que este fenómeno comenzó a desarrollarse, los diversos grupos terroristas han visto como sus crímenes han generado un grado mayor de inseguridad en todo el mundo, producto principalmente de la fuerte influencia de los denominados mass media.
Pero la globalización no sólo ha permitido a los terroristas potenciar la influencia de sus ataques, sino que también les ha posibilitado diversificar y ampliar el número de lugares en donde llevar a cabo sus actividades, aprovechándose de la conectividad que aquel proceso ha generado. Con ello, además, este tipo de organizaciones ha visto cómo las fuentes de sus recursos han variado, proviniendo en la actualidad de diversos sectores del globo.
Como consecuencia de lo anterior, el terrorismo hoy en día constituye uno de los principales flagelos que golpea a todo el globo. Es por ello que se ha intentado combatirlo a través del establecimiento de una serie de normas medidas tendientes a atacarlo de la manera más eficaz posible. Y es entre estas normas que nos encontramos con toda aquella legislación relativa al delito de financiamiento del terrorismo.
Esto pues se ha estimado que una de las formas de lucha más eficaces contra el terrorismo consiste en el establecimiento de trabas o entorpecimientos al proceso de financiación o entrega de aportes que se realiza a las organizaciones terroristas, cuestión que dificultaría a éstas la realización de sus diversas actividades | es_CL |
