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Professor Advisordc.contributor.advisorLarrea Peroldo, Miguel Angel
Authordc.contributor.authorDonoso Astete, Fernando 
Staff editordc.contributor.editorInstituto de Comunicación e Imagen
Admission datedc.date.accessioned2016-01-08T15:31:16Z
Available datedc.date.available2016-01-08T15:31:16Z
Publication datedc.date.issued2000
Identifierdc.identifier.urihttps://repositorio.uchile.cl/handle/2250/136279
General notedc.descriptionMemoria para optar al título de Periodistaen_US
General notedc.descriptionEl autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento
Abstractdc.description.abstractHubo un momento hace unos 30 años en que todo quedó listo en Estados Unidos para mantener al país comunicado cuando golpearan los misiles soviéticos. La administración Kennedy creía que si atacaba a Cuba para destruir sus instalaciones de cohetes apuntando hacia el Norte los rusos responderían; y ello podría ocurrir en cualquier circunstancia en el futuro. Arpanet conectó a los grandes computadores de los centros militares y políticos entre la costa Este y la Oeste. La instalación sería la base de lo que se conoce como Internet y que hoy ofrece posibilidades muy diferentes aunque siempre en el ámbito de la comunicación: enviar correo, charlar en tiempo real, realizar transacciones comerciales; dar a conocer aficiones, fantasías y hobbies; informar, intercambiar archivos de sonidos e imágenes, fastidiar, estafar, seducir, desinformar, investigar, etcétera. La historia de la Red es la perfecta combinación inicial de inversión pública y visión de futuro y la posterior adhesión de inversión privada con fines de lucro, todo mezclado con el espíritu libertario y lúdico de miles de programadores y aficionados que han aportado a su desarrollo en tres décadas. Diez años después de la masificación de la interconexión de los computadores y sólo cinco años desde que la Red se transformó en la mayor empresa de servicio público del mundo -gracias a la combinación de computadores más potentes y más baratos, una infraestructura de telecomunicaciones que facilitó la interconexión mundial y un programa para explorar el ciberespacio fácil de usar- hemos asistido al nacimiento de lo que algunos llaman un nuevo Estado, de carácter virtual, formado por 270 millones de habitantes, que crece a un ritmo mayor que ninguno de los países de la Tierra: el World Wide Web (o WWW o 3w). A poco de comenzar el siglo XXI constatamos que la masividad que ha alcanzado el uso de los computadores como medio de procesamiento y difusión de información, impulsada por el aumento sín límites de las capacidades tecnológicas informáticas, está modificando el modelo de comunicación de masas. Las audiencias reciben, consumen, producen y comunican información. ¿El nuevo Estado virtual y su nuevo modelo de comunicación eran imprevisibles? Al parecer sí, si empresarios exitosos y visionarios paradigmáticos como Bill Gates (el más rico del mundo de la mano de Windows) sostenían hace unos siete años que Internet no tenía futuro (en ese momento Microsoft carecía de navegador y posteriormente le compró a la compañía Spyglass el motor de su Mosaic, la base del Explorer) y que la supercarretera de la información “será otra”. Así una iniciativa estadounidense para lograr un medio alternativo de comunicación de radio de acción nacional -que combinó el espíritu libertario de los sesenta con su mundialmente reconocido militarismo y la pujanza científica de sus universidades, todo macizamente respaldado por el Estado- cristalizó en el club mundial de usuarios del computador, transformando un planeta multifragmentado en una avenida transitable. Hace unos pocos años las redes de transmisión de datos eran el elemento vertebrador de la nueva industria de la información y del conocimiento. Pero hace menos de un lustro la Red fue más allá y se transformó en motor de lo que hoy se conoce como “Nueva economía”: los individuos, las empresas, las organizaciones, los grupos de interés, las asociaciones con los más diversos fines se incorporan a Internet para comunicar, informarse, entretenerse y realizar transacciones comerciales y financieras de todo tipo. Entre las preocupaciones de todos los días de los equipos directivos de una compañía hay un fundamental: cómo convertirse en una firma de Internet, antes o mejor que la competencia. La revolución digital es mucho más que un conjunto de nuevas herramientas para comunicarnos, trabajar, informarnos, divertirnos, expresarnos y hacer negocios. “No hay nada que esta tecnología no afecte”, ha sostenido el director del Centro de Política de la Comunicación de la Universidad de California (1), que inició en 1999 un estudio de 10 años sobre el impacto de Internet en la sociedad mundial, desde los comportamientos familiares y afectivos hasta los económicos. Su función política también es clave: los partidos usan el Web para promocionarse y recaudar fondos, y las organizaciones rebeldes, clandestinas o vetadas por el establishment -exiliados, guerrilleros, paramilitares- encontraron un poderoso e insustituible aliado en la Red para organizarse y comunicarse. El Comité Interministerial de Modernización de la Gestión Pública de Chile está colocando al Estado en el ciberespacio, y desde octubre de 1999 las compras y adquisiciones públicas se realizan exclusivamente por el Web (2). En su primera cuenta al país el Presidente de la República dijo en mayo del 2000 que durante su mandato se creará una “Ventanilla electrónica única” y una “Red de enlace cultural con información sobre arte, cultura y recreación: el Estado de Chile se pondrá a la vanguardia mundial en conectividad”en_US
Lenguagedc.language.isoesen_US
Publisherdc.publisherUniversidad de Chileen_US
Keywordsdc.subjectInterneten_US
Keywordsdc.subjectRecopilación de información de datosen_US
Keywordsdc.subjectComunicación digitalen_US
Títulodc.titleInternet y el desafío del periodismo digitalen_US
Document typedc.typeTesis


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