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Professor Advisordc.contributor.advisorHernández P., Roberto
Authordc.contributor.authorHuerta, Claudio 
Authordc.contributor.authorValenzuela Saavedra, Oscar 
Authordc.contributor.authorVergara, Carlos 
Staff editordc.contributor.editorInstituto de Comunicación e Imagen
Admission datedc.date.accessioned2016-05-12T20:42:10Z
Available datedc.date.available2016-05-12T20:42:10Z
Publication datedc.date.issued1999
Identifierdc.identifier.urihttps://repositorio.uchile.cl/handle/2250/138281
General notedc.descriptionSeminario para optar al grado de Magister en Comunicación Socialen_US
General notedc.descriptionEl autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento
Abstractdc.description.abstractEl análisis de la realidad se resiste hoy a las miradas unívocas y a las causalidades automáticas. Lo político está en estrecha vinculación con los programas económicos del Estado, con la crisis de los mecanismos tradicionales de participación, con la emergencia de una sociedad que, aunque no de manera homogénea, desborda la capacidad de respuesta del Estado. A su vez, lo económico no puede aislarse de los marcos y márgenes de operación de lo político; los costos sociales de los programas económicos repercuten en los procesos de redistribución del poder. Es en este contexto en el que hay que pensar sobre las manifestaciones de violencia creciente, que tampoco pueden aislarse de los impactos que tiene el desdibujamiento de las certezas y referencias compartidas en la sociedad. Violencias de distintos órdenes se han instalado en la vida cotidiana y no es sólo a través de los análisis estadísticos como mejor se pueden entender las formas de respuesta social a estas violencias, sino que además, a través de los dispositivos que configuran lo que podría denominarse "el imaginario del miedo". La indefensión experimentada como un dato cotidiano por los ciudadanos tanto frente a la incapacidad de las autoridades para abatir los niveles de inseguridad, como frente a una violencia latente y amorfa cuyas fuentes no son objetivamente identificables, está dando paso a la reconfiguración de un discurso autoritario que incrementa los dispositivos de vigilancia y control en esferas de la vida social. Un discurso que engendra su propio orden y que se ofrece a sí mismo como discurso de la certidumbre y que se alimenta precisamente del miedo, la duda y que contribuye a erosionar el vínculo social. A pesar de las continuas críticas que se hacen desde los sectores más conservadores de la sociedad, la patología social siempre será uno de los temas más abordados por la actividad periodística. Y es que inevitablemente el crimen, así como los temas de corte económico y político, son fenómenos que interesan y preocupan a la gente. Esto porque la afecta en forma directa, debido a que hay involucrados aspectos de seguridad ciudadana y la existencia misma de los individuos. A medida que los hechos de delincuencia o sangre han ido en aumento, al margen de sus implicancias políticas como en el caso específico de Chile, aumentará el interés por la información que puedan entregar los medios de comunicación en este sentido. Súmese el que este tipo de noticias se ve siempre ligada con elementos que atraen la atención del público como son el conflicto, el dinero, el sexo y el suspenso. El negar la aparición de estas temáticas en los medios es inútil, ya que el desconocer fénomenos que afectan en forma directa y cotidiana el desarrollo del hombre es caer en una irresponsabilidad ética que el periodismo no está dispuesto a asumir. Como señala el periodista mejicano Julio del Río Reynaga, "es como pedir a un enfermo que no pregunte, que no se entere de las características de su enfermedad que padece y sufre a diario". Vemos que el tema de discusión ya no está en publicar o no noticias que tengan que ver con crímenes o delitos graves, sino que está en la forma y el estilo en cómo se entrega esta información al público. Es cuando se enfrenta dos posturas distintas: la información mesurada y objetiva de algunos, con el morbo y la exageración de otros. Además de escribir en forma ponderada, con bases informativas y legales, lo importante es situar los hechos delictuales en un contexto social más amplio. No sólo fijar nuestro interés y mediación informativa en las 5 preguntas tradicionales del periodismo (Quién, qué, cómo, cuándo y dónde?), sino que poner especial énfasis en el por qué, en el origen. Es función del periodista el entregar antecedentes que hagan posible un diagnóstico acabado que permitan la prevención y el combate a la delincuencia. Los mismos medios de comunicación se han encargado de menospreciar al periodismo policial debido al ambiente en que muchas veces debe involucrarse, como son el bajo mundo del crimen y el aparato carcelario. Pero es precisamente por este hecho que la especialidad debe ser atendida por periodistas y reporteros que tengan un grado importante de especialización, debido al gran avance que tanto el crimen como las técnicas policíacas han alcanzado en el último tiempo. Todo esto hace necesario que la agudeza observadora, la versatilidad y la agilidad que se debe poseer a la hora de reportear hechos policiales, no sólo sean el resultado de una experiencia de largos años en el área, sino que de conocimientos sobre los distintos aspectos del tema entregados en las escuelas de periodismo. No sólo porque hay elementos de seguridad ciudadana involucrados, sino porque es quizás en el campo del crimen quizás, donde los periodistas se enfrentan directamente a los hechos y donde los aspectos éticos deben quedar correctamente salvaguardados. Asuntos tan delicados y graves como las desviaciones sociales no deben dejarse en manos inescrupulosas e inexpertas, sino que deben recaer en periodistas con preparación acabada en aspectos como el derecho positivo, medicina legal, códigos de procedimientos penales, detalles de criminalística y lógica policíaca. Papel fundamental en el periodismo policial les cabe a las fuentes de información, tanto oficiales como no oficiales. Estas últimas son las que terminan dando la mejor y más cercana información, como son el delito, las víctimas, los supuestos delincuentes, los testigos y el escenario del delito, sin olvidar a los agentes de la policía que informan solapadamente en negociaciones cruzadas. Es importante que el periodista que investiga recabe la mayor cantidad de antecedentes del caso, estableciendo comparaciones entre las diversas versiones que constantemente se dan sobre un hecho único. Es aquí donde su interpretación de la realidad deberá ser lo más fiel posible, lo que junto con evitar errores que perjudiquen a personas inocentes y a sí mismo, darán cuenta de un trabajo serio y profesional.en_US
Lenguagedc.language.isoesen_US
Publisherdc.publisherUniversidad de Chileen_US
Keywordsdc.subjectPeriodismoen_US
Keywordsdc.subjectPoliciaen_US
Títulodc.titleApuntes sobre periodismo policialen_US
Document typedc.typeTesis


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