Chile competitivamente es líder en la región, así lo demuestran los últimos ranking
elaborados por el banco mundial, sin embargo, en materia de innovación seguimos muy
por debajo de otros países similares y más aun en comparación con países desarrollados.
Sin innovación no hay desarrollo, esa es la premisa.
Los economistas ven con preocupación esta materia, pues sin investigación y patentes,
no hay valor agregado y los productos quedarían obsoletos. En Finlandia por ejemplo -un
país con un tercio de la población de Chile-, el gasto público en investigación y desarrollo
es tres veces el chileno, y el gasto de las empresas privadas finlandesas supera al de
las chilenas por más de 25 veces como veremos en el marco teórico. Este déficit hace
también a Chile en este aspecto un país menos competitivo en un mundo cada vez más
globalizado. Las razones que explicarían el retraso en materia de innovación según los
expertos serían: la desvinculación entre la empresa privada y el mundo académico, y el
poco énfasis que tendría la investigación aplicada en las universidades. El proyecto nace a
partir de esta necesidad, posibilitar el acercamiento entre la empresa privada, el estado y el
mundo académico en pro de la investigación aplicada e innovación. Los avances científicos
en genética auguran un excelente panorama para investigar e innovar, la biotecnología en
medicamentos (genómica), en conjunto con el envejecimiento de la población, los altos
costos de la salud para el Estado, entre otros factores estratégicos, apuntaban directamente
a un actor capaz de llevar a cabo un proyecto de esta índole, el instituto de biomedicina
de la Universidad de Chile, quienes ya han planteado estos temas en sus “jornadas de
biotecnología”.