Abstract | dc.description.abstract | El presente trabajo de título se inicia con la premisa de que existe cierta discrepancia en la respuesta de la economía, en particular la respuesta del consumo de los agentes, ante un aumento en el gasto fiscal. Esta diferencia consiste en que la teoría estándar predice que un aumento del gasto de gobierno lleva a una disminución en el consumo (implicando la existencia de multiplicadores fiscales menores a uno), en cambio, los datos muestran una respuesta mucho más heterogénea. Pese a la diversidad de respuestas, gran parte de las investigaciones empíricas muestran respuestas positivas del consumo ante un shock del gasto fiscal (que equivale a multiplicadores fiscales mayores a uno). Blanchard y Perotti (2002) y Fatás y Mihov (2001) son ejemplos de estos trabajos empíricos donde se obtienen respuestas positivas del consumo ante un alza del gasto público.
Este estudio busca un modelo teórico que logre obtener similares respuestas a una parte importante de los trabajos empíricos, esto mediante un modelo RBC básico en el que las preferencias de los agentes tienen cierto grado de complementariedad entre lo que consumen y lo que el gobierno gasta, siguiendo los trabajos de Bouakez y Rebei (2007) y Ganelli y Tervala (2009). Luego de plantear dicho modelo, se resuelve mediante aproximaciones y ver las respuestas de las variables económicas en particular consumo, producción, empleo y salarios reales. Finalmente se compara las respuestas de este modelo con datos de EE.UU.
Los resultados indican que, con la inclusión de complementariedad, la respuesta del consumo se acerca bastante a la literatura empírica, incluso se obtienen multiplicadores fiscales muy cercanos a uno, pudiéndose llegar a niveles incluso superiores. Sin embargo, al simular el modelo, se obtiene que las estadísticas para el mercado laboral empeoran en el sentido que se consiguen coeficientes de correlación muy altos entre gasto fiscal, horas trabajadas y salarios reales. El problema es que en los datos estas correlaciones no son tan altas. Estos niveles de correlación importantes se deben a que, al existir mayor consumo ante un alza del gasto fiscal por la complementariedad, es necesario que los agentes tengan mayores ingresos para financiar dicho aumento, lo que hace aumentar las horas de trabajo que ofrecen estos, cayendo así los salarios reales por un efecto de oferta.
Otro ejercicio que se realizo fue el de estimar un VAR sobre los datos simulados y compararlo con un modelo VAR sobre datos reales de Estados Unidos. Esto corroboró las anteriores conclusiones, en el sentido que en el modelo el mercado laboral reacciona mucho más que en los datos ante un alza en el gasto fiscal. Un resultado a destacar de esto es que, en el modelo, existe una cantidad no despreciable de escenarios en que el consumo aumenta ante un shock del gasto de gobierno, inclusive no existiendo complementariedad. Probablemente en esos escenarios gasto fiscal y productividad tengan algún grado de correlación que haga posible una respuesta positiva del consumo.
Todos estos resultados nos muestran que la introducción de la complementariedad es interesante en el sentido que permite alinear literatura empírica y teórica de manera bastante simple, en lo que refiere a la respuesta del consumo. Pese a esto, dados los problemas que provoca en el mercado laboral, puede ser interesante analizar, en el futuro, un modelo mucho más rico en el que se incluyan, además de la complementariedad, otras variables como: deuda del gobierno, fricciones en el mercado laboral u algún otro tipo de especificación. | |