Abstract | dc.description.abstract | Para caracterizar el fenómeno de las drogas es necesario inicialmente dar cuenta de cuatro ideas orientadoras.
En primer lugar, se trata de un fenómeno social transversal. Esto se refiere a que no distingue entre niveles socioeconómicos, sexo, edades o niveles de escolaridad. De acuerdo a las estadísticas recopiladas principalmente en la última década respecto al consumo de drogas es posible apreciar que este afecta tanto a la clase alta como a las clases más vulnerables, se presenta también en hombres y mujeres con un aumento en el consumo por parte de las mujeres en los últimos años. Del mismo modo, la edad de inicio en el consumo es cada vez más temprana afectando a niños y jóvenes de colegios municipalizados, subvencionados y particulares.
En segundo lugar, no puede dejar de mencionarse que se trata de un fenómeno de alta complejidad ya que son múltiples los factores que influyen en el comportamiento del consumo de drogas. Estos factores pueden ser tanto de índole individual como familiar comunitario y social.
En tercer lugar cabe mencionar que aún en nuestros días es un fenómeno que causa polémica. Aún no hay un discurso social unánime legitimado respecto de las drogas como problema social. Este tema continúa generando diversas opiniones completamente opuestas originando grupos polarizados. Por un lado quienes combaten el consumo de drogas visto como un problema para nuestra sociedad, por otro lado existen grupos que apoyan iniciativas de legalización de drogas como la marihuana. Todo esto desencadena una cierta ambigüedad respecto al tema generando por ejemplo una disminución en la percepción de riesgo del consumo de sustancias ilícitas.
Por último cabe dar cuenta de este fenómeno como un proceso cambiante, ya que las prácticas y discursos que se van construyendo en torno a la droga están naturalmente sujetos a las transformaciones propias de nuestra cultura. Es decir, el discurso imperante sobre las drogas en nuestra sociedad está determinado en gran medida por hechos coyunturales y por el contexto sociocultural en que nos encontremos.
De este modo, cuando el fenómeno comenzó a transformarse en problema ya concretizado en altas cifras de consumo y abuso de sustancias ilícitas se vieron sobrepasadas las posibilidades de manejo por parte de la sociedad en su conjunto. A partir de ello fueron las instituciones de gobierno las encargadas de adoptar las medidas necesarias para enfrentar la nueva situación.
De esta imposibilidad de canalizar los esfuerzos por abordar la problemática de drogas surge el Consejo Nacional para el Control de Estupefacientes (CONACE), que cristaliza la Política Pública de Drogas en el País.
La información recabada en los diferentes estudios nacionales realizados por esta entidad dependiente del Ministerio del Interior, se ha convertido en un referente obligado a la hora de abordar la problemática del consumo de drogas en el país. Tantos organismos públicos como privados que se vinculan con este tema recurren a la información proporcionada por dichas investigaciones.
En lo referente a los estudios citados, cabe señalar que la serie de estudios realizados en población general es llevada a cabo cada dos años en los meses de Octubre y Noviembre de años pares. Los estudios en población escolar, en cambio, se realizan en años impares, vale decir, el
Último estudio del que se tiene información en población escolar se efectuó el año 2007 haciéndose públicos sus resultados el año 2008.
La cobertura en dichos estudios considera los colegios de 91 comunas de Chile y “el criterio de selección de comunas en todos los estudios de CONACE corresponde a todas aquellas con población urbana igual o superior a 30 mil habitantes. Las estimaciones son representativas para el nivel de región y país, con información por sexo, cursos y tipo de dependencia administrativa del establecimiento escolar” Ahora bien, como puede desprenderse de lo anterior, son muchas las comunas que quedan fuera de estos estudios. Comunas pequeñas, que también presentan consumo de drogas entre sus habitantes deben abordar el problema a partir de estadísticas extraídas de otros lugares asumiendo representatividad. Estas cifras pasan a ser la base de las políticas públicas aplicadas desde el gobierno central a las realidades locales en forma estandarizada. Sin embargo, cabe preguntarse si efectivamente las comunas que no están consideradas en los estudios presentarán las mismas características en cuanto a consumo de drogas y variables asociadas que las comunas con población por sobre los 30 mil habitantes.
La estadística tradicional está orientada a medir grandes magnitudes de población, sin embargo en el presente estudio se tomará el caso de Caldera en la Región de Atacama, comuna que no sobrepasa los 14 mil habitantes. Hasta ahora las únicas referencias existentes respecto a la problemática de las drogas en la comuna derivan de la muestra extraída de Copiapó y Vallenar, muestra considerada suficientemente representativa de toda la III Región. | |