Abstract | dc.description.abstract | La deserción escolar ocurre aproximadamente entre los 10-12 años2, período que
debería ser aprovechado por las organizaciones educativas para evitar la temprana
ruptura del vínculo con el sistema, a través de motivaciones y apoyos pedagógicos
acordes con sus intereses y realidades. Esto en la realidad no ocurre, ya que la
educación formal no les motiva a permanecer, porque dista mucho de su realidad
(hambre, inestabilidad laboral de los padres, trabajo infantil y las malas relaciones
al interior del hogar), lo cual dificulta su concentración e impide que los menores
mantengan un rendimiento acorde a las exigencias de la escuela.
Un camino para abordar el tema de los menores en riesgo social, es pensar en la
creación de canales de ayuda, que colaboren en su formación y prevengan el proceso de
marginación progresiva. Como un medio de apoyo se plantea la opción de proyectar
centros de educación no formal, que pueden ayudar al desarrollo de los niños en
riesgo social y prevenirlos de algunos peligros a los que tendrían que enfrentarse
sin esta atención, además de brindarles apoyo a las familias, la escuela y la
comunidad.
Este servicio de atención extra-escolar planifica actividades artísticas, culturales
y deportivas. Ayudan a concienciar a los niños sobre los peligros del tabaco, del
alcohol y drogas, además de protegerlos contra riesgos físicos y sociales a los que
pueden exponerse.
Al tratarse de menores en situación de riesgo social, el proyecto debe cumplir su
función con un carácter local sin alejarlos del medio en donde se desenvuelven, esto
es en el sector céntrico de Santiago, lugar en donde acceden a subempleos. De esta
manera se plantea un edificio reproducible en distintos lugares, conformando una
matriz de “centros de educación no formal para niños en riesgo social”. | es_CL |