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Professor Advisordc.contributor.advisorDuarte Quapper, Klaudio
Authordc.contributor.authorOrtega Modaca, Raúl 
Staff editordc.contributor.editorFacultad de Ciencias Sociales
Staff editordc.contributor.editorDepartamento de Sociología
Admission datedc.date.accessioned2013-08-14T16:14:54Z
Available datedc.date.available2013-08-14T16:14:54Z
Publication datedc.date.issued2012-01-15
Identifierdc.identifier.urihttps://repositorio.uchile.cl/handle/2250/114041
General notedc.descriptionSociólogo
Abstractdc.description.abstractLa convivencia escolar es el conjunto de relaciones sociales que acontecen en el espacio educativo, repercutiendo directamente en los procesos pedagógicos que allí se desencadenan. En otras palabras, la convivencia escolar es “la interrelación entre los diferentes miembros de un establecimiento educacional, que tiene incidencia significativa en el desarrollo ético, socio-afectivo e intelectual de alumnos y alumnas. Esta concepción no se limita a la relación entre las personas, sino que incluye las formas de interacción entre los diferentes estamentos que conforman una comunidad educativa, por lo que constituye una construcción colectiva y es responsabilidad de todos los miembros y actores educativos sin excepción”. Si consideramos que la función social de la escuela es la construcción de un determinado tipo de sujeto, intencionando en las y los estudiantes aprendizajes relacionados con habilidades, actitudes y conocimientos acordes a los requerimientos económicos, políticos y culturales de la sociedad, entonces, los procedimientos y dispositivos que regulan y abordan las diferentes dimensiones de la convivencia escolar, tales como proyectos educativos institucionales, manuales de convivencia y protocolos de acción, también deben inscribirse en esta perspectiva. Es posible afirmar que “las dinámicas donde interactúan los individuos para construir la normatividad de los establecimientos —más participativa o más autoritaria; metodologías de enseñanza centradas en el docente o en las capacidades y habilidades de los estudiantes; organización estamental de los actores educativos; hechos de violencia y situaciones de crisis, junto con las formas más o menos punitivas o pedagógicas para abordarlas— son procesos en los cuales los aprendizajes desarrollados poseen implicancias significativas para la construcción de sujetos en sus quehaceres políticos y laborales”. Sin embargo, en muchos establecimientos hablar de convivencia escolar es sinónimo de disciplina, lo que si bien invisibiliza la importancia de otras dimensiones propias de la convivencia, hace aún más evidente la función social de la escuela. Esto pues la definición más simple de disciplina es considerarla como “doctrina, instrucción de una persona, especialmente en lo moral”, es decir, en el aprendizaje y adiestramiento sobre lo que es considerado bueno y malo en una sociedad. O sea, la idea de educar y construir un tipo específico de sujeto, puede ser entendida también como disciplinar a las y los estudiantes. En la escuela, “la forma más utilizada para asegurar el cumplimiento de sus objetivos es la estructuración de un sistema disciplinario, con un reglamento que determina las conductas que los alumnos deberían presentar y, por sobre todo, las conductas que no deberían tener”. Es decir, la racionalidad del disciplinamiento escolar involucra técnicas, métodos y estrategias que se operativizan en procedimientos de acción institucional, vigilancia y registro de conductas, donde los manuales de convivencia escolar, adquieren gran relevancia, pues incluyen la definición y graduaciones de comportamientos considerados faltas, procedimientos, aplicación de sanciones, etc. Las estrategias disciplinarias vigentes tienden a ser acciones represivas de una diversidad que la escuela no parece aceptar o tolerar. El proceso identitario de los individuos escolarizados constituye el objetivo principal del modelamiento que la disciplina y sus dispositivos van a desplegar al interior de la institución escolar. “En el taller, en la escuela, en el ejército, reina una verdadera micropenalidad del tiempo (retrasos, ausencias, interrupciones de tareas), de la actividad (falta de atención, descuido, falta de celo), de la manera de ser (descortesía, desobediencia), de la palabra (charla, insolencia), del cuerpo (actitudes “incorrectas”, gestos impertinentes, suciedad), de la sexualidad (falta de recato, indecencia)”. Sin embargo, el poder disciplinario no sólo reprime y anula la diversidad de las (nuevas) generaciones. Más que castigar las disrupciones, analizar, evaluar y clasificar individuos, el poder disciplinario tiene por objetivo la producción de realidad. Además de vigilar y reprimir, se trata de construir y fomentar habilidades, actitudes, destrezas y valores propios de una subjetividad funcional. Más que la simple negación, el poder es una proposición, una acción creadora. “El poder disciplinario no encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace de manera que a la vez pueda multiplicarlas y usarlas… la disciplina fabrica individuos”, por lo que la normativa interna de los centros educativos, no sólo se encamina a la identificación de las conductas transgresoras, sino más bien, a la consolidación de una cotidianeidad disciplinante que produce sujetos dóciles y funcionales al orden social vigente. La normativa escolar, los mecanismos de participación de los actores al interior de la comunidad educativa o las características de las metodologías de aula desarrolladas en escuelas y liceos, son parte de los mecanismos de disciplinamiento y construcción de sujeto operantes en el sistema escolar. Conocer sus características y dimensiones resulta indispensable para comprender sus consecuencias y resultados. Al respecto, diversas investigaciones sobre convivencia escolar han abordado en los últimos años el tema de la normativa interna de los establecimientos educacionales, desde diferentes perspectivas. Al respecto, el primer enfoque a mencionar, se ha centrado en el conocimiento y percepción que los actores escolares tienen sobre las normas internas de sus respectivos colegios, en donde destaca las investigaciones de la Universidad de Chile, que sostiene que mientras el 80% de las y los estudiantes de 5° año básico a 4° año medio sabe que existe un documento denominado manual de convivencia escolar en el establecimiento, sólo el 27% de ellas y ellos, ha leído aunque sea en parte su contenido. Por otra parte, sólo el 52% de las y los estudiantes de 5° año básico a 4° año medio consideran justas las normas y sanciones vigentes en su respectiva unidad educativa, mientras el 68% de los mismos actores, sostiene la necesidad de modificar la actual normativa escolar. Otra perspectiva de estudio sobre normativa escolar, se ha focalizado en las representaciones sociales que se desprenden de los reglamentos y manuales. Un estudio desarrollado por el PNUD, sostiene que “una dificultad muy relevante a la hora de reformular el reglamento de convivencia es la visión que tienen los docentes respecto de los estudiantes. Cuando éstos creen que los estudiantes son violentos, irresponsables y flojos, es muy difícil que los consideren sujetos de derecho… Otra dificultad en la implementación del reglamento de convivencia ocurriría cuando los inspectores están poco involucrados y comprometidos con lo que el reglamento estipula. Esto es clave desde la perspectiva que son ellos quienes constantemente están asignando castigos y responsabilidades a los estudiantes”. Por su parte, un estudio sobre las normativas escolares vigentes en establecimientos educacionales colombianos, sostiene una importante conclusión, que podría servir de hipótesis para la realidad chilena. “Los docentes y directivos frente a la construcción de los manuales a de convivencia, en su mayoría expresan que se hace de la manera mas democrática y participativa, pero cuando se le realizan estas mismas preguntas a los alumnos y padres de familia estos expresan lo contrario. Frente a estos resultados, es evidente que en la práctica los manuales de convivencia no son reconocidos por los estudiantes como el instrumento de construcción participativa, que regula la convivencia en la escuela, que genera escenarios para el diálogo y la búsqueda de consensos y menos aún como el que le garantiza la aplicación en plenitud de sus derechos”. Finalmente, otra perspectiva de investigación utilizada por la Universidad de Chile, centró su atención en la estructura de la normativa interna de los colegios, profundizando en los niveles de presencia y desarrollo de determinados derechos fundamentales de los miembros de la comunidad escolar y las regulaciones puntuales de algunos ámbitos de la convivencia escolar. Entre los resultados de dicha investigación, se destaca que 75% de los manuales reconoce los derechos a asociación de estudiantes y apoderadas/os, el 68% menciona el derecho a la educación y el 64% del derecho a no ser discriminado/a. Sin embargo, lo preocupante es que los mismos derechos, presentan muy bajos niveles de explicitación suficiente de acuerdo a la ley que los establece, no superando el 36%. Esto evidencia que si bien se incluyen en las normativas, éstas aún no recogen necesariamente el sentido y la operatividad que dichos derechos deben constituir. Sin embargo, ninguno de estos enfoques investigativos ha logrado comprender el sentido general de los manuales de convivencia escolar como mecanismo de abordaje de la convivencia en los establecimientos educacionales, es decir, como un mecanismo de poder. Reconocer la normativa interna de escuelas y liceos como parte del abordaje institucional de la convivencia, implica cuestionar no sólo su función reguladora y punitiva, sino además su producción de cotidianeidad escolar, potenciando formas de interacción, deberes y compromisos, derechos y regulaciones, en definitiva, aprendizajes que configuran visiones de mundo y formas de ser en cada uno de los miembros de la comunidad educativa. En este sentido, las preguntas de investigación que guiaron este estudio, cuestionaron precisamente a los manuales de convivencia escolar como un dispositivo de poder disciplinario, es decir, como una pieza más de un sistema estructurado para la construcción de un determinado tipo de sujeto. Se revisó las características y dimensiones de las normativas, así como su coherencia con las políticas públicas sobre convivencia escolar, todo esto para descifrar y comprender el sentido que estos instrumentos poseen en la cotidianeidad escolar.es_CL
Lenguagedc.language.isoeses_CL
Publisherdc.publisherUniversidad de Chilees_CL
Keywordsdc.subjectRelaciones humanas; Enseñanza; Educación; Santiago (Chile)
Keywordsdc.subjectConvivencia escolar; Investigaciones; Santiago (Chile)
Títulodc.titleNormativa Escolar: Análisis a los Manuales de Convivencia Escolar de los Establecimientos Educacionales Municipales de la Comuna de Santiagoes_CL
Document typedc.typeTesis


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