Crear, tocar y difundir música en Chile: apuntes sobre la institucionalidad en la música nacional
Professor Advisor
dc.contributor.advisor
Poo Figueroa, Ximena Andrea
Author
dc.contributor.author
Díaz González, Joel
Staff editor
dc.contributor.editor
Instituto de Comunicación e Imagen
Admission date
dc.date.accessioned
2015-08-10T18:32:58Z
Available date
dc.date.available
2015-08-10T18:32:58Z
Publication date
dc.date.issued
2014
Identifier
dc.identifier.uri
https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/132539
General note
dc.description
Memoria para optar al título de periodista
en_US
Abstract
dc.description.abstract
“Una tarea central para construir un país distinto, más respetuoso, más libre, que valora más la diversidad, que ofrece espacios más amplios y numerosos para todas las expresiones ciudadanas, tiene que ser un país que coloca la cultura en el centro de sus preocupaciones”, afirmaba Ricardo Lagos, en el acto de presentación de su política cultural en el Museo de Bellas Artes, en mayo de 2000.
Dichas palabras las complementaba en aquella ocasión con una idea que es otra de las premisas de la presente investigación: “No se trata de dirigir desde el Estado la actividad cultural, sino tan sólo de crear las condiciones para que cada chileno y chilena puedan expresarse y participar con entera libertad. Seamos claros, cuando se habla de política cultural, se encienden las antenas, “allí están los que quieren dirigir”. No, aquí estamos los que creemos que es necesario crear condiciones para que ustedes creen la cultura libre de cortapisas, con amplitud y libertad”.
Si bien ideas similares a éstas habían sido enunciadas con anterioridad por diversas personalidades del mundo de la cultura, académicos o políticos, que las dijera el presidente de la república recientemente electo, le otorgan una significación especial y hablan de un énfasis y una convicción no vistas antes en un gobierno chileno.
El Estado tiene una responsabilidad ineludible con la cultura. Las razones son muchas y variadas, pero lo más relevante, a estas alturas, es que son un hecho. Nadie ya discute este postulado. Pero también va quedando más claro que su rol prioritario es el de crear las condiciones para que los artistas se desarrollen con todas las facilidades –legales, sociales, de infraestructura, económicas, etc.- y en un clima de libertad. Obsoletas han quedado las ideas más extremas: el Estado no debe ser el creador de la cultura, ni menos, dejarla librada únicamente a los brazos del mercado.