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Professor Advisordc.contributor.advisorGonzález Rodriguez, Gustavo
Authordc.contributor.authorBalbontín Rojas, Paloma Andrea 
Staff editordc.contributor.editorInstituto de Comunicación e Imagen
Admission datedc.date.accessioned2015-10-19T19:06:12Z
Available datedc.date.available2015-10-19T19:06:12Z
Publication datedc.date.issued2012
Identifierdc.identifier.urihttps://repositorio.uchile.cl/handle/2250/134474
General notedc.descriptionMemoria para optar al título de Periodistaen_US
General notedc.descriptionAutor no autoriza el acceso a texto completo de su documento
Abstractdc.description.abstract“Ya brota sangre humeante de mi abierta herida” decía el poeta Manuel Gutiérrez Nájera en una métrica que llamó Madre Naturaleza. Qué letras más simbólicas para empezar a contar un cuento de tragedia y de dolor, cuando se abre la Tierra y la madre natura muestra todo su poder. Pero “quedo inerme con la espada rota en la terrible lucha por la vida”, sigue el poema y muestra el otro ángulo de este mismo cuento: el de héroes comunes y corrientes que luchan para volver a tener una vida normal. Esta es la historia de Chaitén y de su gente. La de una decena de calles ordenadas pero perdidas en el inicio de la Patagonia chilena, que llegó a ser capital provincial y ciudad modelo y acabó siendo símbolo de destrucción, de abandono y de desesperanza, pero también de valentía, de coraje y de tesón de sus habitantes. Son ellos los protagonistas de esta historia: los chaiteninos. Ícono casi arquetípico del sureño “duro de mollera” que no deja que le arrebaten su pueblo. Ni la naturaleza ni las autoridades. Porque para ellos Chaitén, lejos de ser un grupo de calles perdido en la zona más lluviosa de Chile, era un cúmulo de recuerdos, de tradición, de historias familiares, una forma de vida. Su vida. Su ciudad. Y como decía Huidobro en otro poema dedicado también a esa señora vestida de verde con apariencia de árbol, hálito a brisa primaveral y ojos de sol de enero: “¡Non serviam! No te serviré. No he de ser tu esclavo, Madre Natura; seré tu amo.” No. Los habitantes de Chaitén ni se rinden, ni se venden…pero se tuvieron que ir a otro lugar. A cualquiera lejos del volcán homónimo que nadie conocía y que pidió su lugar en la historia ese 2 de mayo de 2008 lanzando al aire una bocanada de cenizas que se elevó 12 kilómetros por el cielo y trató de sepultar para siempre, bajo un cemento gris, el pueblo que le dio su nombre. Trató. Estuvo muy cerca, de hecho. Pero no pudo. Hizo daño, pero no pudo. Sus habitantes tuvieron que huir, muchos se quedaron fuera, pero otros volvieron y ahora luchan con porfía por ver renacer su pueblo desde las cenizas. Esta es la historia de esa epopeya, la de los que se quedaron, la de los que volvieron y la de los que quieren volver a construir sus vidas, sus historias, sus casas, sus calles, sus plazas. Para eso no sólo tendrán que luchar contra la naturaleza, sino también contra la decisión de las autoridades y, sobre todo, contra el creciente olvido de sus compatriotas que pasado el fragor de la emergencia hicieron a un lado la empatía, la compasión y la solidaridad. Esta es la historia de Chaitén.en_US
Lenguagedc.language.isoesen_US
Publisherdc.publisherUniversidad de Chileen_US
Keywordsdc.subjectChaitén (Chile)en_US
Keywordsdc.subjectIdentidad Culturalen_US
Títulodc.titleChaitén: el volcan que cambió el destino de una ciudaden_US
Document typedc.typeTesis


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