Los chilenos han presenciado cambios culturales durante las últimas décadas. Entre ellos, la revolución del Internet y la globalización1 que han permitido que diferentes rasgos propios de otros países se inserten en la cotidianeidad del chileno común.
Sin embargo, ya no se puede decir que los habitantes de Chile sólo han sido influenciados por la cultura mapuche (y otras similares), la española y los diferentes países de los que provinieron colonos europeos.
Los chilenos se han podido acercar a otras nacionalidades – poco comunes en nuestro territorio pero con presencia cada vez más fuerte en lo cultural y económico- gracias a la comida como primer factor: En un ejercicio simple, en el sitio especializado en turismo nacional www.800.cl, se encuentran más de 225 restaurantes de comida japonesa, 80 de comida china y 10 de comida coreana repartidos en toda la ciudad de Santiago2. Considerando que en nuestro país existen más de 1.010 restaurantes vinculados al turismo3, podemos asegurar que al menos el 30% de ellos es de comida asiática.
A través de esto se observa un claro ejemplo de sincretismo cultural al corroborar que los ingredientes de estas recetas son adaptados a nuestros recursos: al sushi se le añade palta, ingrediente imposible de encontrar en la comida japonesa, y en los restaurantes de comida coreana existe como opción el comer platos con una cantidad regulada de picante.
Siguiendo con el primer ejemplo, hace unos años comer sushi era sinónimo de poseer cierto status, porque en ese tiempo no era un alimento común y los precios eran más altos que los actuales. Ciertos grupos se diferenciaban del resto al poder “comer con palitos”, pero hoy en día este tipo de “comida rápida” ha pasado a ser un snack que se puede encontrar en cualquier mesa chilena y en muchos lugares de comunas como Providencia o Santiago, siendo parte de la dieta habitual de ejecutivos y hasta de estudiantes universitarios.
Es así como se presenta también un escenario totalmente diferente en el que los mismos chilenos han aprendido a hacer su propia comida oriental, en base a ingredientes que compran en tiendas cercanas, lo que hace que las preparaciones no sean tan difíciles y que cualquiera pueda llegar a decir “yo sé cocinar mi propio sushi”, lo que llegaría a brindar “cierto plus” frente a los ojos de algunas personas. Junto con esto, en el Barrio Patronato de Santiago existen supermercados en los que se puede comprar ingredientes de origen coreano y chino y cada vez son más las personas que prueban los productos de este tipo de negocios. Además, ha habido una gran apertura en los medios de comunicación hacia estos establecimientos: es común ver algunas notas periodísticas en la televisión chilena referentes al tema.