Abstract | dc.description.abstract | Navarro y Navarrete son apellidos parecidos. Al menos tienen las mismas seis
primeras letras y etimológicamente también parecen tener algo en común y es que son
toponímicos, es decir, hacen referencia a los lugares de origen de cada linaje.
Ambos habrían surgido en España. El primero es la denominación de quienes
nacieron o vivieron en la Región de Navarra, al norte del país, en la zona vascófona que
limita con Francia y donde, justamente, está la comunidad de Navarrete, desde donde
provendría el segundo apellido. Seguramente, en Chile, Navarros y Navarretes han hecho sus vidas sin mayores problemas diseminando sus apellidos por todas las clases sociales, sin tener ninguno de los dos alguna connotación especial. Hasta que el destino los juntó en febrero de 2007. Y para mal. Andrés Navarro y Manuel Navarrete son los dos empresarios más cuestionados del plan Transantiago, nombre que se le dio a la reforma al transporte público de la capital chilena. Andrés Navarro es dueño y fundador de la empresa tecnológica Sonda que está a cargo de instalar los componentes tecnológicos para el control de lo buses. Manuel
Navarrete lideró a los empresarios micreros del sistema anterior a la reforma y que se
adjudicaron algunos de las unidades de negocios para el transporte de pasajeros.
En ambos se enfocará el siguiente reportaje de investigación, mostrándolos
como casos de la mala gestión privada que sumó para el fracaso del plan.
Primero se repasará la crónica falta de voluntad de los empresarios liderados por
Navarrete para colaborar en la modernización de un sistema crítico para la ciudad y
algunas de las artimañas con que trataron de defender lo que consideraban propio.
Después se mostrará a una gran empresa de tecnología, Sonda, y su ineptitud
para asumir y cumplir con las responsabilidades que le correspondían dentro del nuevo
reparto del mercado del transporte. En los dos casos se mostrarán los efectos devastadores que tuvieron sus acciones u omisiones en la calidad del servicio que se les dio a los usuarios desde la partida de Transantiago, el 10 de febrero de 2007, hasta el fin de la etapa de investigación de esta memoria, en marzo de 2008. Lo interesante de poner estos dos casos en una misma investigación es que, a pesar de las evidentes diferencias entre uno y otro empresario, finalmente todo termina en lo mismo: excusas, indolencia y búsqueda de cualquier ganancia, por ilegítimos que sean los métodos para conseguirla. Se verá cómo esa mala cultura empresarial basada en la ineficiencia trasciende tamaños corporativos, formas de administración, proyecciones de negocios, pero no es suficiente para explicar el desplome del proyecto estrella del gobierno del ex Presidente Ricardo Lagos. Por eso es que en cada capítulo se mencionará la responsabilidad que le cabe también a cada repartición pública que debía resguardar el interés de los ciudadanos, especialmente en un servicio público tan crítico como este. En todo caso, siempre el foco principal estará puesto en la gestión de estos empresarios, actitud que se ha apreciado poco en una prensa capturada por una ideología que resume todas las virtudes humanas en la gestión privada y todos los vicios en el mundo estatal. | es_ES |