Abstract | dc.description.abstract | Una torpeza permitió el inicio. El viernes 18 de abril de 2008 debía viajar a Barcelona, España, por razones laborales. Poco antes de subirme al radiotaxi que me llevaría al Aeropuerto de Santiago miré mi pasaporte. Estaba vencido. Era media tarde y decidí no volver al trabajo para evitar la vergüenza pública y preferí ocupar mi tiempo en algo eternamente postergado. Ese día se conmemoraban 19 años de la caída de dos jóvenes en San Pablo con Radal, Quinta Normal, en un supuesto enfrentamiento con la Central Nacional de Informaciones, CNI. Como era habitual, en la Plaza Simón Bolívar se realizaría un acto de conmemoración. Fue la primera vez que asistí a ese evento.
En 1989, cuando ocurrió la balacera, yo tenía 14 años. Desde mi casa escuché los nutridos disparos, me colé en la oscuridad de un pasaje, a dos cuadras de distancia, y divisé patrullas, luces, agentes de seguridad. Al día siguiente, antes de partir al colegio, crucé la Avenida San Pablo y caminé por donde habían caído abatidos Iván Palacios Guarda y Eric Rodríguez Hinojosa. El suelo estaba regado de sangre.
Muchos años más tarde conocí a un ex militante del MIR que en ese tiempo estuvo en la cárcel y me relató una historia que me recomendó escribir. Un agente de seguridad había formado en Pudahuel, Quinta Normal y Villa Francia un apéndice de la Resistencia y para ello había reclutado a una veintena de jóvenes, todos menores de edad, en su mayoría hijos de presos políticos del MIR. Descubierta la infiltración, la mayoría de los involucrados escapó hacia Argentina. Pero no todos. Iván Palacios y Eric Rodríguez se quedaron en Santiago. Ellos también habían militado en ese grupo, al mando de ‘Miguel’, el supuesto comandante del MIR que los dirigió durante meses, los instruyó en el uso de las armas y les ordenó realizar acciones y atentados. Ambos fueron los que cayeron en San Pablo. La conexión entre ambas historias era una gran historia por trabajar. Y decidí investigarla.
El 18 de abril de 2008 llegué a la conmemoración con la intención de contactar gente que conociera el caso. Reticentes, muchos asistentes se negaron siquiera a dialogar. Otros miraron desconfiados, con la misma desconfianza de los tiempos de dictadura. Una amiga de Eric Rodríguez habló en el acto y me acerqué a ella. Le relaté mis intenciones y prometió llamarme. Un mes después me contactó. El 21 de mayo de ese año tuve mi primera entrevista con un protagonista de esta historia. En los siguientes dos años entrevisté a más de 30 personas, entre militantes de la R, hoy todos bordeando los 40 años, presos políticos del MIR, abogados, ex autoridades y hasta ex agentes de la CNI. El relato que sigue es el resultado de toda esa investigación, que incluyó además revisión de varios expedientes judiciales, prensa de la época y bibliografía sobre el período. | es_ES |