El sistema ferroviario revolucionó las maneras de transportar pasajeros y mercancías, unificó los territorios y favoreció la distribución de los recursos a lo largo de todo el país. En Paine, la producción agropecuaria se benefició de los trenes incrementando la producción, disminuyendo las pérdidas e incorporando nuevas tecnologías. La estación ferroviaria se convirtió en lugar donde convergían productores de todas las localidades, centro urbano y rural que sería despojado de su vocación primitiva debido a las reformas neoliberales de la dictadura. Actualmente, las infraestructuras ferroviarias y el trabajo campesino luchan contra el abandono y el deterioro, en una comuna que diversifica cada vez más su población y matriz productiva. La recuperación de este patrimonio representa la posibilidad de unificar un territorio fragmentado, que se resiste a perder su sentido prístino ante la globalización.
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