Abstract | dc.description.abstract | Se inicia el proceso de esta memoria con dos inquietudes personales y aparentemente desvinculadas, primero ¿de qué manera los poblados rurales ven modificados sus modos de vida como consecuencia de la exposición a procesos globales? como consecuencia de mi investigación desarrollada en licenciatura, y segundo, ¿de qué manera nuestro origen nómada repercute en las arquitecturas que proyectamos actualmente? Efectivamente el ser humano se mueve por naturaleza. Habitamos un planeta inestable, según datos de UNICEF, en la actualidad coexisten el mayor número de emergencias humanitarias de los últimos 30 años, situaciones de emergencia producto de desastres naturales, conflictos armados, inestabilidad política, epidemias y pandemias están en aumento y también las personas afectadas por estos fenómenos. Por estas razones al igual que hacen otras especies, las personas emigramos y nos desplazamos en busca de seguridad. Chile no es ajeno a las emergencias que producen desplazamiento interno, debido a su condición geográfica el país ha debido responder permanentemente a catástrofes de origen natural, como inundaciones, terremotos, incendios forestales, tsunamis y aluviones, por lo cual existe cierto nivel de desarrollo de un sistema de respuesta ante las emergencias de carácter natural. Sin embargo, hoy se suma un tipo de emergencia nuevo para nuestro país, pero de larga data en el contexto global, la crisis de refugiados internacionales. En los últimos años Chile se ha vuelto un país receptor de migrantes principalmente latinoamericanos en busca de mejores condiciones de vida, sin embargo, desde 2019, producto de la inestabilidad de países como Venezuela, Colombia y Haití, se han desplazado miles de personas tanto de manera formal como informal, siendo esta última la que da carácter de crisis al proceso migratorio. La crisis migratoria en Chile se ha convertido en emergencia humanitaria debido a la incapacidad de responder de manera eficiente a la llegada masiva de personas desplazadas. Si bien este problema tiene sus bases en decisiones políticas y económicas, se materializa en forma urbana,
a través de arquitecturas de emergencia, lo cual lleva esta memoria a pensar ¿de qué manera puede la arquitectura contribuir a mejorar esta respuesta, en términos de viabilidad y calidad? Para poner a prueba esta inquietud se toma el caso de Colchane, un poblado fronterizo al norte de Chile, a través del cual ha ingresado la mayor parte de la población refugiada desde 2019. El caso de Colchane resulta adecuado por dos motivos: primero porque la intensidad de la crisis migratoria en este punto ha sido una de las más fuertes en el país, y segundo porque permite poner a prueba la segunda de mis inquietudes personales, siendo Colchane una localidad completamente rural que hoy debe adaptarse a fenómenos globales para responder a la crisis humanitaria. La respuesta humanitaria es aquella que asegura la supervivencia, protección y dignidad de las personas damnificadas, lo cual se traduce en programas de alimentación, seguridad, higiene, salud y alojamiento. No obstante, al comparar dicha respuesta con la arquitectura de emergencia, cabe preguntarse por qué se ha puesto tanto esfuerzo en solucionar de manera técnica la vivienda transitoria, pasando por alto otros equipamientos que también son necesarios para asegurar una respuesta humanitaria digna. No todo se resuelve al interior de la vivienda. En base a lo anterior la propuesta se basa en la búsqueda de ofrecer soluciones viables en situación de emergencia, a través de una arquitectura que contemple tanto el refugio básico como el equipamiento necesario para desarrollar de manera digna y cotidiana las vidas de las personas afectadas. Se propone desarrollar un sistema constructivo de fácil montaje y desmontaje que a través de modificaciones mínimas pueda ser aplicado a diferentes requerimientos programáticos y territoriales. Se pone a prueba este sistema en el diseño de un albergue transitorio para migrantes en la localidad de Colchane. | es_ES |