El espacio que transitamos, en este tiempo de la imagen, nos provee de no-lugares que facilitan el ritmo acelerado de nuestra época (Auge, 1992). Imágenes en todos lados, multitudes de personas, constante movimiento. No solo me refiero a estaciones de metro o supermercados en épocas de fiestas, también hablo de los espacios digitales, en particular de los antiespacios (Brea, 2010).
El siguiente proyecto propone la definición de no-imagen como aquellas imágenes que conforman el espacio electrónico y funcionan como vehículos de significado. Es en base a estas que las redes sociales y plataformas digitales se han convertido en dimensiones alternativas a la naturaleza, reflejando el anhelo del ser por extenderse y tener el control del espacio.
Para llevar a cabo este planteamiento, se analizarán el meme –de internet– y la definición de no-lugar cuya naturaleza se extrapola a la de una no-imagen.
Esta concepción rompe con la visión tradicional de la imagen cuyo contenido generalmente se asocia a un cuerpo que le sirve de soporte (Belting, 2007).
Los memes como no-imagen responden a las características que manifiesta en el ecosistema visual donde performa y da luces sobre los factores que influyen en su carácter discursivo y su condición fantasmal, entre otras distinciones.
A partir de esta definición, el proyecto lleva a cabo el diseño de un soporte-reflejo que invita a reflexionar evidenciando el carácter performático de la no-imagen, su lenguaje y su esencia efímera por medio de su material compositivo: la luz.
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