Abstract | dc.description.abstract | “3:34 am: la apuesta del amanecer” es un reportaje periodístico de naturaleza testimonial que aborda la crisis y rehabilitación de dos pueblos costeros, Tubul y Llico, prácticamente desdibujados del mapa durante la madrugada del 27 de febrero de 2010, cuando millones de chilenos despertaron bruscamente producto de un terremoto de 8,8° en la escala de Ritcher.
Estas comunidades de pescadores artesanales, separadas por 16 kilómetros y ubicadas geográficamente en la región del Bío-Bío, comuna de Arauco, observaron con resignación cómo al despuntar el alba olas de hasta 20 metros asolaron sus costas y echaron por tierra logros familiares y laborales que implicaron esfuerzos labrados toda una vida.
Desde aquel momento, ambas caletas han tenido que lidiar con enormes problemas para resurgir y vivir dignamente. No tenían viviendas, alimento, trabajo ni educación para los niños. Caminar era evitar escombros y la ayuda de las autoridades llegaba, pero a cuentagotas. Esto debido al aislamiento producido por derrumbes y la caída del puente que los comunica a la ciudad de Arauco.
Obligados a replantearse sus expectativas a futuro, poco a poco los habitantes han podido “normalizar” sus formas de vida, apelando fundamentalmente a la articulación territorial de sus comunidades. El terremoto, por lo tanto, no sólo ha generado cambios a la hora de recobrar lo material. La investigación revela que los afectados han advertido que se está desarrollando un mayor sentimiento de comunidad. Ahora buscan beneficios y metas comunes, generando una interrelación que ha fortalecido el intercambio y el conocimiento entre los vecinos de las aldeas.
La gente reconoce que haber compartido esta experiencia junto a sus pares ha aminorado el sufrimiento y la incertidumbre que representó la dimensión de la catástrofe. El desafío, entonces, para ellos es doble: recuperar no sólo lo que se llevó el tsunami en lo material sino que reconstruirse plenamente en el aspecto moral para superar sus condiciones de pobreza a través de la organización, el trabajo comunitario y el fortalecimiento de sus redes de contacto.
Por consiguiente, la presente memoria de título persigue la necesidad de fomentar la historia local de nuestra población, el patrimonio cultural de sus habitantes y los modos de subsistencia particulares de las comunidades de pescadores artesanales del sur de Chile. Además, responde a la decisión editorial de buscar historias particulares que den cuenta de emociones humanas universales, privilegiando un estilo de periodismo narrativo.
La motivación de la investigación, en consecuencia, es generar un rescate de la memoria de estos pueblos costeros contada a través de capítulos que revelen el enorme “capital social” que ha favorecido el espíritu de resiliencia de sus habitantes, tanto en el episodio del 27/F como a lo largo de su historia.
Esta investigación se divide en tres capítulos. El primer capítulo está compuesto por seis crónicas que dan cuenta de lo ocurrido en las caletas Tubul y Llico la noche del 27 de febrero, basado en los testimonios de los habitantes de dichas comunidades. Allí se describe detalladamente cómo vivieron el megasismo, la evacuación y el posterior tsunami que, visto desde el cerro por la población, devastó ambas localidades ribereñas.
El segundo capítulo es una revisión histórica de lo que considero son los acontecimientos más importantes en la historia de las caletas desde la época prehispánica hasta el 26 de febrero de 2010. El criterio de selección de estas siete crónicas es el impacto sociocultural y económico que generaron en la zona, por ejemplo, los asentamientos lafkenches, la explotación de mantos carboníferos, los cultivos de algas Gracilarias y los modos de vida del siglo XX fundamentales para modelar un temple y una entereza especiales en estas comunidades costeras.
El tercer capítulo y final, en tanto, aborda la etapa de reconstrucción desde la mañana del 27 de febrero hasta el 27 de noviembre de 2010, es decir, 9 meses de investigación. El objetivo de estas ocho crónicas es revelar cómo los pescadores artesanales, dirigentes, comerciantes, amas de casa, alumnos y toda la comunidad en sí, han enfrentado el shock inicial para tomar esta tragedia como un reto, una oportunidad para demostrar que con la unión familiar y comunitaria se pueden superar golpes de estas magnitudes.
Los damnificados, pese a las dificultades y desencuentros propias de una situación de emergencia, destacan los aspectos positivos que dejó la catástrofe en sus vidas. Entre estos resaltan una mayor unión entre vecinos que incluso previamente no se conocían y un sentimiento de fraternidad que se vio en los primeros días de sobrevivencia post-terremoto y que, con ciertos baches, ha perdurado en el tiempo.
Si miramos más allá de la tragedia, podremos ver que en el mundo hay innumerables problemas humanos que no podrían tener solución sino con la solidaridad efectiva de los miembros de la población. En este sentido, el terremoto y maremoto han sido interpretados por muchos de los entrevistados como un remezón en la vida comunitaria y una oportunidad de aprender a vivir de mejor manera apoyándose en los demás.
La emergencia de problemas comunes, el requerimiento de ayuda producto del estado de excepción y la obligación de vivir juntos en un espacio reducido han sido las principales razones, en una primera instancia, por las cuales los vecinos se han organizado luego de la catástrofe. Posteriormente, a través de la canalización de donaciones, la gestión de necesidades, la conformación de aldeas y la activación de redes con agentes tanto internos como externos, se han fortalecido las relaciones cooperativas y las organizaciones vecinales de las comunidades de Tubul y Llico.
En definitiva, colaborar al entendimiento de las prácticas y comportamientos que han ayudado a la rehabilitación de estas comunidades, no es una tarea vana y prescindible, por el contrario, es necesaria para comprender el período de reconstrucción que vive nuestro país. | en_US |