Abstract | dc.description.abstract | Poner en relación la literatura y la responsabilidad es un gesto que no carece de dificultades, puesto que dicha relación ha sido objeto de amplios y diversos esfuerzos teóricos dentro de la tradición de la filosofía occidental, por lo que esta relación supone pensar también otra problemática compleja: la vinculación existente entre dos disciplinas, pensamientos o modos de escritura. En efecto, ¿qué tipo de relación existe entre filosofía y literatura? Ciertamente ambas son disciplinas escritas, con una tradición propia, con obras y autores clásicos, con giros y tendencias que han marcado la construcción de sus historias, pero también algo las distingue: quizás un(os) objeto(s), un(os) modo(s) de escritura, una relación particular con el lenguaje e incluso, podríamos decir, unas formas de aproximación a la “realidad”. Pero allí están también una muy cerca de la otra, colindando, haciendo cada una también el papel de frontera. Sería preciso también preguntarse si esa relación tiene un modo único, o ¿deberíamos hablar de diversas relaciones entre filosofía y literatura? En el marco de un seminario sobre filosofía y literatura, Alain Badiou ha planteado que no se trata de una relación única, sino de diversos modos de vincularse. Él ha propuesto, por lo menos, tres orientaciones posibles frente a esta relación. La primera de ellas la nombra orientación estética, donde la literatura vendría a ser un objeto de examen para un estudio filosófico desde el cual se intenta deducir categorías, conceptos estéticos que permitan la comprensión del fenómeno literario (en esta orientación se encontrarían Platón, Aristóteles y el mismo Badiou al hacer referencia a su trabajo sobre Beckett). La segunda la denomina orientación genealógica (o la literatura como genealogía de la filosofía), ésta se preguntaría cuál es la acción de la literatura sobre la filosofía, o cuál es, en definitiva, su acción sobre el pensamiento; por lo cual la literatura no sería ya un objeto de examen sino, plantea Badiou, una especie de condición de la filosofía. Las obras de Nietzsche, Heidegger, y nuevamente el propio estudio de Badiou sobre Mallarmé constituirían algunos ejemplos de este tipo de relación. La tercera y última orientación propuesta sería la inclusiva, en donde la filosofía es en sí misma una parte de la literatura, desde el momento en que ella es también una disciplina escrita. Badiou encuentra esta orientación en la obra de Kierkegaard, en la medida en que el relato biográfico forma parte de la argumentación filosófica y, en efecto, podríamos recordar las primeras páginas de Temor y Temblor en donde se alude implícitamente al compromiso de matrimonio roto entre Kierkegaard y Regina Olsen o, a continuación de esas primeras páginas, en “Proemio”, en donde se lee un relato con los mismos tintes biográficos para luego dar paso a las cuatro versiones o movimientos sobre el relato bíblico del sacrificio de Isaac que abren Temor y Temblor a partir también de una especie de escritura literaria. Es preciso señalar, me parece, que esta última orientación no deja de ser a lo menos controvertida para la Filosofía misma, en cuanto disciplina, al poner en cuestión el viejo tópico de la Filosofía como madre de las humanidades y, llevando el argumento a un punto más radical, al cuestionar la oposición tradicional entre verdad y ficción, oposición binaria desde la cual la filosofía ha operado, dejando lo simulado o lo aparente a la literatura (o la poesía). Ahora bien, estas tres formas de vincular filosofía y literatura, estas posibles relaciones (en plural), pueden ser encontradas a la vez en la escritura de un mismo autor, tal como sucede al ponerse el mismo Badiou como ejemplo en relación a sus trabajos sobre Beckett y Mallarmé. | es_CL |