Abstract | dc.description.abstract | Pese a las diferencias históricas asociadas a lo resuelto por el Tratado de Paz y Amistad de 1904 y la soberanía marítima, Chile y Bolivia, parecen haber decidido avanzar en pasos que los acerquen en torno a un proceso que pudiese terminar en una integración en diversos aspectos, como la cultura o la economía.
Esto puede tener como base una serie de acuerdos bilaterales, como el Acuerdo de Complementación Económica, fuente de derecho internacional y pie para una integración más concreta a través de un eventual Tratado de Libre Comercio. En este proceso integrador, instrumentos como el Convenio Andrés Bello de integración científica y cultural, pueden también entregar herramientas para el acercamiento.
No obstante, estas fuentes aún están en plena etapa de construcción y concreción. Pese a la ratificación por parte de Bolivia del protocolo decimosexto al ACE N° 22 en octubre de 2006 ante la Asamblea General de ALADI, que extiende y profundiza este acuerdo entre ambas naciones e incorpora el Acuerdo de Cooperación suscrito entre la Dirección General de Relaciones Económicas Internacionales (PROCHILE) y el Centro de Promoción Bolivia (CEPROBOL); aún hay acciones que siguen en desarrollo esperando rendir frutos concretos.
¿Qué tan real y factible puede ser esta integración entre dos naciones que aun mantienen enfoques históricos conflictivos?, Las visiones y posturas de gobiernos tanto en Chile como en Bolivia, parecen haber entrabado este acercamiento a lo largo de la historia. Pero, como hace referencia, Oscar Pinochet de la Barra1 en su libro Chile y Bolivia ¡hasta cuando!, también existieron esfuerzos en ambos sentidos para que tales temas históricos pudieran superarse.
Los gobiernos de Michelle Bachelet y de Evo Morales han dado señales claras de intentar superar las visiones controvertidas. Esta voluntad política es, dada las características de las relaciones entre ambas naciones, un paso fundamental tomando en cuenta que son los gobiernos en representación de los Estados, quienes pueden firmas acuerdos y llevarlos a la práctica.
Estas señales entre gobiernos, pero también aquéllas realizadas en el ámbito social, son pequeñas muestras que pueden implicar un paso firme y continuo, para que sean cada vez más notorios los logros que trascienden las esferas acotadas de la diplomacia, para convertirse en verdaderas políticas de Estado de largo plazo, que acerquen posiciones para lograr la integración de dos naciones que son complementarias, más que rivales.
En esta meta integracionista, una señal necesaria es la disposición para la construcción de las confianzas mutuas, que ambos gobiernos han mostrado. Paradójicamente, siendo un conflicto armado que envolvió a Chile y Bolivia en 1879, las FF.AA. han dado públicamente señales de este acercamiento, mediante actos simbólicos como la visita a Bolivia del comandante en jefe del Ejército chileno, Gral. Óscar Izurieta, cortesía que fue devuelta por el comandante en jefe del Ejército boliviano, Gral. Freddy Bersatti; el homenaje al héroe boliviano de la guerra del Pacífico, Eduardo Abaroa Hidalgo; y la visita del comandante de la Armada Chilena, Almirante Rodolfo Codina, entre otras.
Asimismo, las cancillerías y gobiernos centrales, han dado otras señales de encuentro, como las reuniones de los vicecancilleres de Bolivia, Hugo Fernández Aráoz, y de Chile, Alberto van Klaveren, en mayo y octubre de 2007, y en junio y noviembre de 2008, para avanzar en la denominada agenda sin exclusiones.
Del mismo modo, y aunque en menor medida otras instancias del gobierno ligadas a iniciativas privadas, como la Cámara Boliviana del Libro, han fomentado en el último período actividades de encuentro. Una muestra fue la Feria del Libro en Bolivia, organizada en agosto de 2007, que consistió en una actividad cultural ampliamente cubierta por diarios bolivianos, pero en contrapartida poco difundida en los medios de comunicación en Chile.
Cabe preguntarse ante estos esfuerzos por construir una imagen más conciliada entre ambas naciones, ¿por qué parece que la opinión pública no muestra tener mayor interés en dichos esfuerzos o en la información más profunda de los mismos? ¿Por qué pese a los esfuerzos de ambos gobiernos, pareciese persistir en la mayoría de la opinión pública esa visión desintegradora, arraigada en el pasado histórico, recayendo incluso en descalificaciones étnico culturales?
Aunque la respuesta se encuentra inmersa en un verdadero enjambre de aspectos, que atañen no sólo a la historia, sino a la educación -en casa y de las escuelas- así como a aspectos sociales; cabe preguntarse por el rol que pudiesen jugar los mass media en una construcción de confianzas integradoras; más aún considerando la penetración de los mismos, tanto en Chile como en Bolivia, en la formación de valores, opiniones y el posicionamiento de temas en la opinión pública.
El rol de los medios en esta propuesta integradora de Estados, no es un aspecto novedoso. La Unión Europea, modelo de integración para muchos, - pese a tener raíces unificadoras a partir de aspectos de carácter económico-, parece haber entendido que no basta con la unión económica e institucional, sino que las sociedades se compenetren, compartan visiones en miras a una construcción y alcance de metas conjuntas, reforzando el diálogo y la discusión pública.2
En este sentido, la construcción de una política comunicacional desarrollada por la Unión Europea, y plasmada en el documento denominado Libro Blanco – que señala los pasos para una política comunicacional-, ha sido una instancia que
permanentemente está presente en las acciones tendientes a monitorear, evaluar, analizar, y operar los lineamientos a seguir para el involucramiento de los ciudadanos con una visión de comunidad. Un verdadero trabajo de “soft power” hacia un objetivo de construcción de una comunidad (unión de países) empoderada y capaz de equilibrar el escenario internacional.
Mejorar la educación cívica, poner en contacto a los ciudadanos y conectarlos con las instituciones públicas de la comunidad, mediante programas como “ciudadanos por Europa”, son parte de estas iniciativas que si bien todavía están en fase de desarrollo, son un claro avance en la valoración que lo medios hacen para la comprensión y llegada ante la opinión pública con una meta conjunta integradora.
Como algunas de las preguntas principales a responder en esta tesis, a través de las consultas a expertos y personajes públicos de ambas naciones, surgen entonces los siguientes planteamientos: ¿cuán factible podría ser la instauración de una política comunicacional de Estado para la integración entre Chile y Bolivia? Y posteriormente, ¿qué pasos debiesen realizarse en este sentido?.
Si bien en materia comunicacional se reconoce que debe existir la adaptabilidad y flexibilidad necesaria para adecuarse a los escenarios contingentes con el fin de no perder los objetivos centrales a comunicar (visión, misión, valor), se hace necesaria la existencia de políticas a largo plazo en materia estratégica, toda vez que se busca hacer perdurable ese efecto unificador, junto con aprovechar y maximizar ese efecto para extenderlo de modo de obtener ganancias reales mutuas. Un tema muy serio en este contexto es de los bienes naturales básicos (commodities como el agua, litio, gas), junto con la generación de asociaciones comerciales (empresariales) positivas, más aún en circunstancias donde la globalización exige la complementariedad para alcanzar el desarrollo. | |