Abstract | dc.description.abstract | La energía ha desarrollado un papel fundamental desde los orígenes de la historia de los seres humanos. Ella es imprescindible para la ejecución de las actividades humanas así como también para que las comunidades se desarrollen económica y socialmente. Es por este motivo que el abastecimiento energético juega un papel prioritario a nivel mundial en todas las agendas de los Estados, sin distinguir el nivel de desarrollo que pueda tener cada uno de ellos.
De forma general podemos decir que los Estados que no logran satisfacer sus necesidades energéticas se encuentran directamente relacionados con la pobreza, con la restricción en las opciones y oportunidades para la actividad de subsistencia, con el subdesarrollo y el surgimiento de conflictos dentro de sus territorios. La disponibilidad de energía en cambio nos revela una duración y calidad de vida del ser humano elevada y con muchísima menos restricciones en todos los ámbitos de la vida de las personas.
Lamentablemente, la situación energética mundial no es alentadora y está lejos de tener una solución en el corto o mediano plazo. Incluso aún cuando los países más desarrollados han situado la seguridad energética en posiciones estratégicas dentro de sus operaciones y han elaborado políticas de eficiencia energética y de desarrollo de energías alternativas, esto no es suficiente.
En la otra arista, la de los países de menor desarrollo relativo, encontramos Estados que aún no han extendido el abastecimiento energético a todas las comunidades parte de sus territorios. La Organización de Naciones Unidas, ha considerado esencial ampliar el acceso a servicios de energía sostenibles en los países más pobres para alcanzar los objetivos del Desarrollo del Milenio, ODM, pues de acuerdo a la información y estadísticas elaboradas por ellos, aproximadamente 1,6 millones de personas, es decir un cuarto de la población mundial, no tiene acceso a la electricidad y alrededor de 2,4 millones aún dependen de recursos energéticos tales como la biomasa tradicional, incluida la madera, residuos agrícolas y estiércol, para cocinar y para calefacción.
América Latina es una de las regiones con más desigualdad del planeta. Las estadísticas muestran grandes diferencias en la distribución de los ingresos. Un tercio de su población vive en la pobreza o en la extrema pobreza. Los grandes centros urbanos como São Paulo, Buenos Aires, Santiago o Caracas, nos revelan grandes masas de población desplazadas viviendo en la marginalidad y que diariamente se enfrenta a los grandes problemas sociales como el desempleo, la mala cobertura en salud, educación de mala calidad e incluso casos de adicción, narcotráfico y violencia. La situación no es más alentadora en el sector rural e incluso se agudiza en algunas poblaciones determinadas por sus características étnicas o raciales, considerando especialmente el importante número de pueblos originarios que habitan nuestra región. | es_CL |