Bancarización, crédito y endeudamiento en los sectores medios chilenos: Tácticas de acceso, diferenciación social y el espejismo de la moderniadad
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2011-12-15Metadata
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Barozet, Emmanuelle
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Bancarización, crédito y endeudamiento en los sectores medios chilenos: Tácticas de acceso, diferenciación social y el espejismo de la moderniadad
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Las clases medias se han transformado en uno de los tópicos más importantes del estudio de la estructura social en países avanzados; no obstante, dicha preocupación también ha permeado el análisis de la estratificación social en Latinoamérica y particularmente en Chile, donde se destaca el Proyecto Anillo SOC 12 “Desigualdades. Tendencias y procesos emergentes en la estratificación social”, en cuyo contexto se desarrolla la presente tesis, y desde donde se reconoce la necesidad de estudiar profundamente a estos grupos cada vez más heterogéneos, con nuevas miradas.
¿Cómo se caracterizan y distribuyen la bancarización, los comportamientos de deuda y de acceso al crédito en los grupos medios de hoy? Éstas son preguntas que esperamos contestar y contextualizar en este trabajo, con la motivación de contribuir al debate sobre la heterogeneidad y los límites de los sectores medios. En esa misma línea, esperamos identificar grupos en su interior que den cuenta de esta segmentación, centrándonos en variables asociadas a la bancarización. Perfectas excusas para problematizar la bancarización como un proceso portador de a lo menos dos dinámicas: una de diferenciación social, puesto que permitiría establecer conglomerados al interior de los grupos medios con diversas tácticas de acceso a supervivencia y bienestar, y otra de posicionamiento social, puesto que, a través de los mecanismos de bancarización, ciertos grupos, denominados ya sea por el discurso político, la sociedad o el mercado “clases medias emergentes”, “clases medias bajas”, “no pobres” o “segmento D”, asumirían y serían asumidos como parte de la clase media, con un componente de endeudamiento que pretendemos dilucidar. En ese sentido, se ponen en juego los límites “inferiores” de la clase media.
Al momento de plantear este tema de investigación, aún no era conocido públicamente el llamado escándalo de “La Polar”, certero golpe que durante todo el 2011 remeció a más de un millón de consumidores de estratos medios bajos y sacó de la modorra fiscalizadora a la estructura estatal (entes reguladores y policymakers) y al sistema financiero en general. Tampoco nada hacía presagiar el surgimiento de un gran movimiento estudiantil con la fuerza tal de convocar a otros grupos sociales postergados, con ansias de expresión y transformación, y vigorizados por la constatación de una urgente realidad: el creciente nivel de deuda al que se han visto empujadas numerosas familias de estratos medios y medios bajos, para poder materializar la educación superior de sus hijos, considerado el gran dispositivo de movilidad social. Observamos entonces un grupo amplio y heterogéneo, dos dimensiones y una misma escena: el endeudamiento en sectores medios.
En nuestro país, las clases medias inician su trayectoria a finales del siglo XIX, pero sin duda tuvieron su máximo protagonismo durante el periodo desarrollista de la economía, desde inicios del 30 hasta mediados del 70, donde lideraron un proyecto y ganaron para sí una imagen que ahora se identifica con la “antigua clase media”. Las bases de dicho orden fueron aniquiladas por el régimen autoritario cuando a partir de 1975 se inició un “ajuste estructural”, que fue la base de un revolucionario proceso de modernización de casi todos los ámbitos de la sociedad, inaugurando una nueva matriz o modelo de desarrollo, con el llamado giro neoliberal, periodo plenamente vigente, pero no por eso ajeno a múltiples interpretaciones.
Principales depositarios de dichas transformaciones y su consolidación han sido los sectores medios, que también han experimentado su propia mutación, especialmente en sus ocupaciones, sus ingresos y su acceso a bienes durables y otros servicios (Censo, 2002), pérdida de cohesión y diversificación ‐aspecto que recomienda hablar ya de “sectores” o “grupos”, antes que “clases”‐. Incluso se plantea un tránsito de la centralidad del empleo hacia el consumo (Sémbler, 2006), o a lo menos, la emergencia de este elemento como un cristalizador de dinámicas de integración social. En relación con esto último, uno de los efectos de dichas transformaciones es la creciente bancarización de los sectores medios, mediante instrumentos, créditos y formas de pago, lo que ha llevado a un creciente nivel de endeudamiento, y en algunos casos, a sobreendeudamiento, ya que precisamente el fortalecimiento del consumo se ha producido mediante estrategias de bancarización, contempladas estructuralmente en el modelo de desarrollo implantado a contar de 1975 (Martínez y Tironi, 1985).
Es indudable que la masificación del acceso al crédito ‐que ha venido consolidándose desde la década del 80‐ ha traído un mayor acceso a bienes y servicios a amplios sectores de la sociedad; pero al alero de esta bancarización se vislumbran otros efectos sociales que vale la pena examinar: diferenciación y heterogeneidad social; pertenencia, integración y vulnerabilidad; cambios en las estrategias de administración familiar y formación de redes (Moulian, 1997; Larraín, 2005; Tironi, 1999, Muñoz, 2006).
Usualmente, en los medios de comunicación se ha presentado al endeudamiento asociado al fenómeno del consumismo, posicionando una relación carente de matices, propia de la lógica de la selección mediática. El consumo en sí como temática emergente se ganó su lugar en las interpretaciones del Chile de los 90. Poco se ha dicho sobre el proceso de bancarización, estrechamente relacionado con las dinámicas de consumo, bienestar y endeudamiento. Esta vez, son otros los eventos de alto impacto público que ponen en la agenda el tema del endeudamiento, ya no vinculado al consumo exacerbado sino más bien a un consumo estratégico o de bienestar.
Según un informe de la Cámara de Comercio de Santiago (CCS) de junio de 2010, el desarrollo de los créditos de consumo para el hogar en Chile ha sido un fenómeno relevante en la última década, sólo interrumpido temporalmente por la crisis global de 2008. Las optimistas estimaciones de la CCS apuntan a que los créditos de consumo retomarán su tendencia al alza, pero a ritmos más moderados que en años anteriores.
Desde el punto de vista institucional, de sumo interés resulta la aparición de nuevos tipos de emisores de crédito (cadenas de supermercado, grandes almacenes, farmacias e incluso zapaterías), lo que indica que, en la última década, la bancarización se hace fuerte en el país, pero con una clara orientación: el llamado retail financiero. A la hora de escribir estas líneas, todavía no ve la luz el proyecto de ley que busca consolidar la información de deuda de organizaciones financieras y comerciales, lo que ha impedido el debido control de entidades supervisoras sobre la capacidad real de endeudamiento de ciertos sectores sociales. A esto suma el discurso instalado por parte de la elite respecto a las bondades de la masificación del crédito en sectores medios y populares, como única manera de lograr el acceso a bienes y servicios. Por ejemplo, los datos relacionados con las estrategias de captación de nuevos clientes para los créditos hipotecarios, invitan a reflexionar sobre cómo las modificaciones institucionales derivan en un aumento del acceso a los créditos, vía flexibilizar los requisitos y crear nuevos instrumentos2. Estudiar la manera como el uso de algunos instrumentos financieros y sus pautas de conducta operan sobre algunos grupos, es vital para comprender las transformaciones del modelo de desarrollo socioeconómico chileno de las últimas décadas y sus efectos sobre la estructura social.
A su vez, la adecuación de casas comerciales, supermercados, cajas de compensación, y cooperativas de ahorro y crédito como actores relevantes dentro de la oferta de créditos, ha generado una disminución en la participación de mercado de la banca, particularmente en el segmento asociado a los créditos con tarjetas. La consolidación de la adquisición de deudas como práctica financiera de las familias obliga a observar otra tendencia: estas deudas se originarían en sus prácticas habituales de consumo, ya que presentan como acreedor preferente a las casas comerciales.
En esta tesis se propone entonces reflexionar sobre este proceso, para lo cual se entregan herramientas empíricas. También se pretende contribuir a la discusión sobre la caracterización de los grupos medios en su heterogeneidad. En ese contexto, tratamos de “sociologizar” ciertos fenómenos microeconómicos a partir de datos de carácter financiero, y la postulación de hipótesis a partir de ellos, en torno a la diferenciación social, intereses materiales y vulnerabilidad en los sectores de clase media en Chile.
General note
Magíster en Ciencias Sociales con mención en Sociología de la Modernización
Identifier
URI: https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/112609
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