A menudo en el quehacer filosófico ha predominado la idea de que
es una actividad absolutamente desinteresada y que no se profaniza en asuntos
mundanos. Sin embargo, existe un legado socrático de una razón en acción ética
y antropológica que ha perdurado a través de las escuelas helenísticas, en donde
la actitud y el temple vital va de la mano con el elemento rector intelectual. Esta
manera de asumir la filosofía como una indagación terapéutica puede mirarse
en la escuela estoica, y Epicteto, es un representante de la examinación para un
mejoramiento de la vida humana. En su pequeño tratado se nos advierte de los
errores cognitivos o de los “adversarios emboscados” que opacan la libertad, la
ataraxia o paz personal, la autarquía.