Licenciado en artes plásticas con mención en escultura
Abstract
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La escultura trasladada y puesta en lugares específicos del centro de la ciudad de Santiago, interviene en la calle donde ocurren las dinámicas descritas anteriormente en cuanto a la forma de relacionarse de las personas y la afectación de la individualidad y la dignidad que Dios desea que tengamos, esto a causa del pecado o manera equivocada de actuar frente a los demás, contraria al modelo presentado en Jesús, quien otorga un valor y dignidad a cada persona por la cual Él dio su vida, aunque no lo mereciera, (amor)
Si en el arte minimalista, la obra de arte viene a ser una escenografía por cuanto la escultura es un objeto y el espectador sujeto; en el caso de la intervención de la escultura en la calle, se produce una escenografía marcada por la aparición de la escultura en cada lugar público en que se traslada esta, como lo llama Juan Muñoz, “un pliegue perceptivo”. El objeto que es la escultura posee pretensiones de ser un sujeto o semejante a éste, y los sujetos relacionados con la escultura dejan de estar en ese límite entre objetos y sujetos por la despersonalización en la que se ven envueltos en la afluencia de mucha personas como ocurre en algunos lugares específicos del centro de la ciudad de Santiago y pasan a formar parte de la obra. La escultura misma a su vez remite a lo que es una persona y su valor intrínseco apelando a esa “dignidad” que se le reconoce a cada ser humano por poseer un alma o mente intangible relacionado con el cuerpo, otorgado por las distintas características que le otorgan un sentido en conjunto con el lugar específico en el cual se activa la obra y le hacen parecer una persona a la escultura: su cualidad de presencia de una figura con porte y proporciones humanas, su caracterización o humanización en facciones y ojos, movilidad, postura de pie y comportamiento, además de la identidad y pertenencia que el espectador puede deducir que posee la escultura como creación que tiene un creador, que en este caso es el escultor y dueño de la escultura, evidenciado en su materialidad, y todos los mecanismos de articulación a la vista. Ocurre ése encuentro que describe Fried con respecto al “arte literalista”, una comunión, “como si la obra hubiera estado esperando la llegada del espectador”, la obra interpela, en cierto grado violentamente al transeúnte. La obra está enmarcada en el desarrollo histórico que ha explorado el arte contemporáneo a partir del arte minimal en su preosupación por el espacio y la relación del sujeto y el objeto en el espacio.