Abstract | dc.description.abstract | En el mundo, en general, y en nuestro país, en particular, ha habido una escasa reflexión teórica acerca de la trascendencia o de los alcances más profundos de las actividades deportivas. Tal vez, esta realidad es producto de que, tradicionalmente, se ha considerado que el deporte es un asunto exclusivo de esfuerzo físico y de músculos y no de cerebro. A esta idea, se puede agregar la división formal de la actividad personal y social en ocupaciones importantes e intrascendentes, que ubica al deporte en esta última categoría.
La falta de estima hacia el fenómeno deportivo ha repercutido en el ámbito periodístico, provocando que en las secciones de los medios de comunicación social que cubren este campo, estén los profesionales menos preparados o con menos background cultural, quienes han acentuado su autopercepción de profesionales de segundo orden a través de un acercamiento meramente frívolo y superficial a los acontecimientos deportivos.
El fútbol no ha estado al margen de toda esta situación, a pesar de que, desde hace bastante tiempo, se ha convertido en una de las más importantes fuentes noticiosas del periodismo moderno. Por cierto, continúa predominando en el quehacer informativo la idea de que el balompié es “sólo veintidós hombres corriendo detrás de una pelota”, lo que ha evitado que se genere una visión un poco más crítica y profunda acerca de lo que sucede con este popular deporte a lo largo y ancho del planeta.
La presente memoria de título busca modificar un poco la tónica descrita, visualizando el fenómeno futbolístico desde una perspectiva mucho más distinta a lo que ha sido la costumbre. Como consecuencia de esta apreciación, se advierte que el balompié ha sufrido una drástica mutación de su naturaleza, convirtiéndose en una gran actividad con impactos y repercusiones económicas, políticas y sociales, que implican una reflexión ética y, fundamentalmente, deontológica por parte del periodista.
En la actualidad, este deporte se ha alzado como un quehacer que muestra gigantescas repercusiones comerciales (cada encuentro futbolístico profesional, por ejemplo, se ha convertido en un nuevo producto de consumo el que, lógicamente, posee un alto valor comercial y un número importante de consumidores); poderosas implicancias políticas (por su carácter masivo y su fuerte impacto sobre la comunidad, es un medio propicio para el proselitismo; puede ser también un útil instrumento de política exterior, ya que - a través de las confrontaciones internacionales - permite conseguir conciencia de patria y prestigio como nación); y, por último, interesantes derivaciones sociales (es una actividad que, en su desarrollo, posibilita la interrelación de clases; también ayuda a reducir tensiones y conflictos internos; y permite la movilidad social de sus grandes protagonistas).
La situación descrita es producto, primordialmente, de la vigencia de las actividades deportivas a nivel mundial. Este suceso podría ser catalogado como “la época del deporte”, pues por estos días asistimos a un auge del deporte por todos los rincones de la tierra, lo que ha posibilitado que el fútbol adquiera la resonancia que hoy tiene.
Las páginas siguientes procuran demostrar que el nuevo perfil de la actividad futbolística, sin duda, obliga al profesional de la prensa a un trabajo más delicado y exhaustivo. Frente a esta nueva contingencia, el periodista debe tener una mayor consideración de lo que está comunicando, pues ello implica una amplia gama de efectos y derivaciones. En razón de que las ramificaciones del balompié han traspuesto evidentemente las fronteras de los recintos deportivos, el informador debe despojarse del acercamiento banal al hecho noticioso, casi institucionalizado en su ámbito laboral.
Como sea, resulta evidente que el viejo encasillamiento del periodismo deportivo, centrado en el fútbol, como actividad de segunda fila, naturalmente, debe comenzar a resquebrajarse, a raíz de la profunda transformación que ha experimentado su campo de análisis. La narración escueta de las vicisitudes del juego-espectáculo no pueden soslayar los condicionamientos organizativos, económicos, políticos y sociales, entre otros, que entran en movimiento cuando el balón comienza rodar sobre el césped.
Es de esperar que este pequeño aporte sirva como estímulo para que otros, con mayores conocimientos y más altos reconocimientos académicos, puedan iniciar nuevos rumbos de profundización en torno al fenómeno deportivo, en general, y al fenómeno futbolístico, en particular. | en_US |