Abstract | dc.description.abstract | Las organizaciones se encuentran en constantes cambios, donde situaciones del contexto
como la globalización, desempleo, inestabilidad de la economía, entre otros, la llevan a tomar
decisiones de manera dinámica, configurando el trabajo, y con ello afectando a los
trabajadores, como foco principal, esencialmente por el impacto que genera en la sociedad en
su totalidad. A raíz de esto, surgen investigaciones que favorecen un acercamiento empírico
a las organizaciones, donde el foco se da en comprender los procesos de interacción personaempresa.
En ese contexto, surgen diferentes complicaciones a nivel organizacional, destacándose lo
que sucede con las personas frente a los procesos de cambio organizacional, donde sus
emociones entran en juego. En este sentido, y tal como lo plantea Samantha Pérez en su
artículo “Emociones dentro de las Organizaciones”:
“Por mucho tiempo las emociones fueron ignoradas dentro del contexto laboral debido
a que las empresas eran vistas como lugares serios, pensados para producir bienes o
servicios y ganar dinero, con un ambiente de trabajo racional y frío donde las
emociones no tenían cabida. Sin embargo, en los últimos años se han hecho avances
sustanciales para entender su impacto en el ambiente organizacional” (2012).1
Por lo tanto, encontramos que las emociones poseen un rol dentro de las organizaciones y
especialmente en los procesos de cambio organizacional, ya que influyen en el desempeño
de los trabajadores. Clemente Valdés (2008) explica esto planteando que cualquier cambio
ocasiona ansiedad, estrés, miedo ante la pérdida del equilibro, y que estas mismas emociones
son fundamentales para contrarrestar y restablecer nuevamente el equilibrio.2
Las organizaciones están acostumbradas a trabajar en forma estandarizada, de ahí que sus
empleados estén orientados hacia actividades rutinarias que les generan seguridad en su
desempeño. Es por esto que, en los procesos de transformación, afloran una serie de estados
emocionales a los que se debe prestar atención para evitar efectos negativos dentro del
ambiente de trabajo. En este sentido, si bien las emociones en sí no son ni positivas ni
negativas como para intentar censurarlas, sí es importante canalizarlas, dirigiendo cada situación y estado emocional hacia el beneficio del colaborador y de la organización
(Inteligencia Emocional en el Entorno Laboral, 2013)3. De lo contrario, según el mismo artículo,
las emociones pueden obstruir la comunicación, producir conflictos y deteriorar las relaciones
interpersonales, lo que finalmente afecta el desempeño de las personas y baja el nivel de
productividad en la empresa. | es_ES |