Abstract | dc.description.abstract | Que la naturaleza no haya sido en vano
Han pasado más de dos años desde el terremoto chileno de febrero de 2010 y aún continúan restos de casas desplomadas por las orillas de la playa de Dichato. El abandono a su población y la lentitud en la ejecución de la reconstrucción del balneario durante estos dos años han sido evidentes y esta realidad se repite en varias de las demás zonas afectadas por la catástrofe.
Parece que la reconstrucción no fuera un tema de real importancia ni para el gobierno ni para los políticos de la oposición, no porque no se hayan realizado iniciativas que buscaran la reparación a los daños provocados por el terremoto, sino porque estas han carecido de profundidad y no solucionan los problemas de fondo y en muchos casos no pasaban de ser asistencialistas. La oposición en su rol como tal agotó sus energías más en descalificaciones y peleas públicas al gobierno y a la derecha chilena que a crear iniciativas que permitieran llenar los vacíos que estaba dejando el plan de reconstrucción.
La reconstrucción y el terremoto se volvieron una pelea política, basada principalmente en desprestigiar al opositor. La concertación acusaba constantemente al ejecutivo de no cumplir con las promesas y los plazos. Mientras que la derecha no se cansaba en enrostrar a la oposición el rol de Michelle Bachelet en la catástrofe, olvidando que entre toda discusión se encontraban damnificados que urgían por una ayuda real y sobretodo digna.
El gobierno no logró cuantificar la magnitud de la catástrofe y se apuró en entregar plazos para la reconstrucción, aseguró que durante el tercer invierno post terremoto ningún damnificado se encontraría en aldeas de emergencia, sin embargo al llegar a esta fecha debió reconocer que esta tarea era imposible. Asimismo, el Presidente aseguró durante el 2010 que el proceso tardaría dos años y medio. En febrero de 2012 afirmó que este duraría cuatro.
Los damnificados comenzaron a desconfiar de la veracidad de los plazos, muchas construcciones no comenzaron en las fechas establecidas y fueron entregadas mucho después de lo presupuestado. Asimismo, las cifras oficiales de reconstrucción se contradecían con la realidad de los damnificados y con las cifras que entregaban otros organismos como fundaciones y ONG’s creando un ambiente de profunda desconfianza la que finalizó en protestas y represión policial en zonas como Dichato.
Y ese fue uno de los grandes errores durante este proceso de reconstrucción en el balneario de Dichato, el gobierno subestimó la importancia de considerar a la ciudadanía al momento de crear un plan para levantar las zonas afectadas. Los damnificados se sintieron desplazados en las decisiones y consideraron que el gobierno no tomó en cuenta temas tan fundamentales como la historia y la identidad al momento de levantarse políticas de reconstrucción.
De esta forma, tanto en el balneario de Dichato como en otras zonas devastadas el aire de desconfianza, de temor y de abandono aumentaba con cada día que la reconstrucción no avanzaba, que los plazos no se cumplían y que las promesas quedaban en eso…palabras.
Hoy, al pasar más de dos años muchos damnificados continúan en aldeas de emergencia, insertados en el barro, la depresión y el hacinamiento con la desesperación de dejar de sentirse una prioridad. El hermoso balneario de Dichato dejó de ser la estrellita de los medios de comunicación, del morbo, para pasar al olvido, alumbrado escasos días por iniciativas como el “Viva Dichato”.
Esta carencia de considerar a la ciudadanía en las decisiones sobre la reconstrucción es una consecuencia de la falta de un aprendizaje real tras el terremoto. Hasta hoy, dos años después del 27/F no se ha creado un organismo capacitado para reaccionar frente a catástrofes naturales, tan comunes en nuestro país, como se ha hecho en otros como Nueva Zelanda, Japón o Colombia.
No se ha establecido un plan de acción que permita preparar y generar una cultura en la sociedad frente a una catástrofe de la magnitud del terremoto del 2010, no se han modificado las leyes de construcción y fiscalización de edificios, no se ha establecido de qué forma y en cuánto tiempo debe reaccionar el Estado frente a una catástrofe natural, ni cuáles serán las atribuciones de los privados.
Hoy aseguramos la carencia de un plan de reconstrucción de fondo que asuma las necesidades de los damnificados con el respeto, transparencia y sobretodo la dignidad que merecen, pero también dudamos profundamente de la capacidad de nuestro país y de los futuro gobiernos de reaccionar frente a una nueva catástrofe del nivel de la del terremoto y posterior tsunami que afectó a Chile el 2010.
Durante este terremoto, a diferencia de otros en nuestra historia pasada, los aprendizajes reflejados en políticas públicas, en leyes, en organismos han sido escasos. Los últimos mandatos no han tomado con conciencia real que Chile es un país que constantemente se enfrenta a este tipo de escenarios y que por lo tanto necesita estar a la altura, tanto las autoridades e instituciones como la población
Si el gobierno de Sebastián Piñera como aquellos que vendrán no logran cambios reales en la forma en que en que se enfrentan las catástrofes, tanto Dichato como el resto de las zonas afectadas por este terremoto habrán sido víctimas en vano, como lo fueron Chaitén el 2008 y el Tocopilla el 2007, ya olvidados. | es_ES |