Abstract | dc.description.abstract | La evidencia empírica expone que el sector bancario tiene rol fundamental para el crecimiento de la productividad y el desarrollo económico de los países (King & Levine, 1993; Levine & Zervos, 1998). Los sistemas bancarios han evolucionado en formas diferentes a través de los países, su profundidad e impacto en la economía se relaciona con el nivel de desarrollo del mercado de capitales En el caso particular de América Latina, el proceso de modernización del sistema financiero es el resultado de cambios regulatorios, privatización de las entidades financieras de propiedad estatal, fomento de la inversión extranjera y la globalización financiera (Jeanneau, 2007; Chortareas, et al., 2011; Saona, 2016).
En este marco, la actividad crediticia del sector bancario, tiene un rol importante en la economía al ser el mecanismo a través del cual se provisionan y canalizan servicios financieros desde prestamistas a deudores, estimulando con ello el desarrollo económico (Fondo Monetario Internacional, 2016). Justamente la incidencia del sistema bancario en el crecimiento de la economía, hace que eventos de crisis bancaria genere efectos adversos en la estabilidad sistémica de los países. Por lo que, organismos de supervisión bancaria, se encuentran constantemente preocupados por los factores que afectan a la calidad de los créditos otorgados y que a su vez inciden en la solidez del sistema financiero (Chaibi & Ftiti, 2014), dado que el riesgo de crédito es una importante fuente de inestabilidad financiera (Bank of International Settlements, 2001).
Eventos como la crisis asiática y la crisis subprime, han señalizado que tanto shocks internos como externos son un mecanismo de transmisión del riesgo, cuyo impacto a nivel bancario se traduce en el deterioro de la calidad de cartera de crédito (Jeanneau, 2007) y en diversas ocasiones estos eventos condujeron a crisis bancarias. A su vez, estudios empíricos muestran que la forma en que las instituciones bancarias administran su riesgo de crédito está asociado con los niveles rentabilidad reportados, por lo que la manera en que los bancos pueden mejorar su desempeño es a través de la detección y control de su riesgo de crédito (Athanasoglou, et al., 2008). Por lo comentado, la prevención y reducción de los riesgos inherentes a la actividad de intermediación es un tema que atañe no solo a los organismos de control y supervisión, sino también, a las instituciones financieras. Una adecuada gestión de riesgos bajo esta premisa, permite un sistema bancario sólido y rentable capaz de resistir impactos negativos y contribuir a la estabilidad económica del país. | es_ES |