"Si no fuera porque la industria de los medios de comunicación de masas está creando y bombardeando el mundo de nuevas imágenes y nuevos dispositivos para el fácil acceso a éstas, no sabría qué diablos pintar. Aunque no pinto el fenómeno sino su consecuencia, soy víctima y héroe de la híper conexión de mi generación. Es más, me atrevería a decir que la mayoría de los pintores coetáneos a mí (generación de los noventa) también sufren y triunfan en lo mismo. Nos quedaríamos sin asuntos pictóricos si es que no tuviéramos internet, las cámaras de nuestros smartphones3, los computadores o cualquiera sea el dispositivo digital que se cuela en la cadena ojo del pintor – modelo a pintar – soporte. Asunto, a mi forma de ver, exquisito y muy cómodo, pero que a los ojos de los puristas de la práctica pictórica arruina la experiencia de pintar. Para ellos, esta primera pregunta: ¿Existe alguna manera de salvarse de esta inquisición tecnológica y digital que se cuela en los procesos de la pintura hoy?"