El ozono troposférico como modificador del efecto de material particulado 2,5 sobre muertes cardiovasculares en adultos mayores. Santiago , 2009-2013
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Iglesias Alamos, Verónica
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El ozono troposférico como modificador del efecto de material particulado 2,5 sobre muertes cardiovasculares en adultos mayores. Santiago , 2009-2013
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Resumen
Antecedentes: En las últimas décadas se ha estudiado el efecto de la contaminación
atmosférica sobre el sistema cardiovascular, evidenciando aumento de morbilidad y
mortalidad diaria por esta causa. La evidencia principalmente se ha basado en el efecto
del material particulado (MP), con menor evaluación de gases contaminantes que podrían
modificar el efecto del MP sobre las muertes cardiovasculares. Objetivo: evaluar si la
exposición aguda a ozono (O3) modifica el efecto del material particulado 2,5 (MP2,5)
sobre las muertes por causa cardiovascular en el grupo de 65 años y más residentes en
Santiago entre los años 2009 y 2013. Método: Estudio ecológico de serie temporal. Se
utilizaron datos de muertes cardiovasculares en adultos ≥65 años residentes en Santiago
del Departamento de Estadística e Información en Salud (DEIS) y datos de exposición a
contaminantes atmosféricos MP2,5 y O3 del Sistema de Monitoreo en línea de
Contaminantes Atmosféricos (SINCA). Para el análisis se utilizó regresión de Poisson
controlando por confusores, incluyendo en el modelo el término de interacción entre O3 y
PM2,5. Resultados: Frente a altos niveles de ozono, hubo un aumento significativo del
número de muertes diarias [razón de riesgo (RR) de 1,040 (1,001 – 1,077) por cada 10
µg/m3 de aumento de MP2,5 en el cuarto día de lag]. Al analizar los lags en conjunto (with
contraints), se obtuvo un efecto neto positivo de aumento de muertes diarias [RR de
1,077 (0,988 - 1,175)] por cada 10 µg/m3 de aumento de MP2,5], pero sin alcanzar a ser
significativo. Estos aumentos no se observaron en los días de bajo ozono. Conclusión: Se
presenta evidencia de interacción entre ozono y MP2,5, observando un mayor impacto del
MP2,5 en días de ozono alto.
Introducción
La principal causa de muerte a nivel mundial son las enfermedades cardiovasculares,
dentro de las cuales se incluye la cardiopatía coronaria, enfermedad cerebrovascular,
hipertensión, vasculopatía periférica, cardiopatía reumática, insuficiencia cardíaca,
cardiopatía congénita, trombosis venosa profunda y embolias pulmonares (1). Según
información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el año 2012 murieron 17,5 millones de personas por esta causa, lo que corresponde a un 31% de todas las muertes
en el mundo.
En Chile, el Departamento de Estadísticas e información en salud (DEIS) del Ministerio
de Salud (MINSAL) clasifica las enfermedades cardiovasculares dentro del grupo de
enfermedades del sistema circulatorio, ocupando el primer lugar como causa de muerte
con una tasa de mortalidad de 156 por 100 mil habitantes, seguidas por la mortalidad por
tumores malignos con una tasa de 140 por 100 mil habitantes (2). Considerando el grupo
de 65 años y más, esta misma tasa se estimó en 1.330 por 100 mil habitantes (2,3).
Esta situación se enmarca dentro del proceso de transición demográfica por el cual
atraviesa Chile y el mundo, donde se avanza hacia el envejecimiento de la población y
transición epidemiológica expresada en el aumento de la morbimortalidad asociada a
enfermedades crónicas no transmisibles.
Entre los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares se han descrito
factores individuales, contextuales y ambientales. Dentro de los factores individuales se
encuentra el consumo de tabaco, sedentarismo, alimentación poco saludable y consumo
excesivo de alcohol, que a su vez llevan a presentar factores de riesgo intermediarios
como obesidad, hipertensión arterial, hiperlipidemia y diabetes mellitus (1). Dentro de los
factores contextuales se encuentran los cambios sociales, culturales y económicos que van
condicionando el riesgo de presentar enfermedades cardiovasculares, requiriendo una
mirada poblacional para su intervención (1). Finalmente, factores ambientales también se
consideran responsables de provocar efectos nocivos sobre el sistema cardiovascular (4).
La contaminación del aire como factor de morbilidad y mortalidad ha sido evidenciado
desde la antigüedad, sin embargo, toma relevancia a principios del siglo XX con los
eventos ocurridos en países industrializados como los del Valle de Mosa en Bélgica en el
año 1930, Donora, Pennsylvania Estados Unidos en el año 1948 (5) y especialmente
después de la catástrofe ocurrida en el año 1952 en Londres, Inglaterra, donde los altos
niveles de contaminantes produjeron un estimado de alrededor de 4.000 muertes (6).
Dado que la vía de entrada de la contaminación atmosférica es inhalatoria, los
principales efectos estudiados han sido respiratorios, evidenciándose un aumento de la presentación de bronquitis o síndrome bronquial obstructivo (6), entre otros. Sin
embargo, en las últimas décadas, estudios comenzaron a relacionar la contaminación del
aire con alteraciones del sistema cardiovascular, gatillando eventos agudos como
arritmias o infartos agudos al miocardio, especialmente en grupos de riesgo (6). Así,
estudios de exposición a corto plazo han identificado individualmente al MP2,5 y O3 dentro
de los contaminantes atmosféricos con mayor riesgo de producir eventos cardiovasculares
agudos, especialmente en personas con factores de riesgo y adultos mayores (7,8). Así
también, estudios plantean que la exposición conjunta a estos dos contaminantes tendría
efectos fisiopatológicos a nivel circulatorio, aumentando el riesgo cardiovascular (9,10) y
un reciente estudio experimental en ratas mostró que el MP2,5 modifica el efecto
fisiopatológico cardiovascular del ozono, obteniendo un resultado positivo pero no
significativo en el caso del ozono frente al efecto del MP2,5 (11).
La Región Metropolitana (RM), especialmente la ciudad de Santiago, históricamente ha
presentado alta concentración de contaminantes atmosféricos producto de la emisión
generada por fuentes móviles y fijas, sumado a sus características topográficas y
climáticas que impiden una buena ventilación. Santiago se ubica a 543 metros sobre el
nivel del mar, en una cuenca rodeada de cerros que dificultan la circulación del viento, lo
que produce una acumulación de contaminantes y deterioro de la calidad del aire en
períodos de estabilidad atmosférica, las cuales son más frecuentes en invierno (12,13).
Así, durante los meses fríos se produce aumento de la acumulación de MP2,5; en cambio el
O3 aumenta durante los meses cálidos al requerir radiación solar para su producción.
Dado el proceso de transición demográfica por el cual atraviesa Chile y el mundo donde
se avanza rápidamente hacia una población envejecida, la incerteza de la relación del
impacto de MP2,5 en presencia de O3, y el particular escenario de contaminación
atmosférica que presenta Santiago, el propósito de esta investigación es evaluar si el O3
modifica el efecto del MP2,5 sobre las muertes diarias por causa cardiovascular en adultos
mayores. El determinar esta interacción es fundamental para establecer normas primarias
que protejan a la población eficientemente, con un enfoque multicontaminante.
General note
Tesis para optar al Grado de Magíster en Salud Pública
Identifier
URI: https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/180934
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