Frente a los cada vez más fantásticos desarrollos tecnológicos y descubrimientos de las ciencias naturales nos planteamos recuperar la pregunta por la naturaleza del ser humano. ¿Por qué ahora? El viejo Zaratustra nos decía que el hombre “es algo que ha de ser superado”, aunque el sentido de esta superación nunca ha quedado enteramente claro.
Desde una perspectiva nietzscheana, hemos decidido intentar dar respuesta a la pregunta por la naturaleza originaria del hombre desde una modalidad hermenéutica al interpretar la enigmática figura del Übermensch como un viviente fiel a la tierra. Esta lectura, la cual ve una pista de nuestro origen en el final que representa el Übermensch, busca develar nuestra naturaleza entendiendo lo ‘originario’ como aquello que nos retrotraiga en primer lugar, y antes de cualquier cosa, a nuestra experiencia de la realidad en cuanto que vivientes.
Al seguir las ideas de Nietzsche, podemos determinar que esta experiencia originaria se da primariamente en el cuerpo, y este último se configura a partir de las relaciones que se forjan entre las fuerzas elementales que el pensador alemán denomina como ‘quanta’. Estos entramados relacionales que componen a todo cuerpo son el origen de sus capacidades, y en el caso específico del hombre, de ellos emerge uno de los fenómenos fundamentales que modulan nuestra experiencia de la realidad: el pensamiento. Este es siempre expresión del cuerpo, y es a través de él que nos relacionamos con las cosas del mundo.
Luego, proyectaremos qué implicaría entendernos primariamente como cuerpos vivos en el contexto del debate biopolítico actual, en un intento de previsualizar las ‘preocupaciones políticas’ del cuerpo en el marco de una biopolítica afirmativa al relacionarse con el mundo que habitamos.
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