La paz y los fantasmas

Abstract

La Paz y Los Fantasmas trata de los pintores de la Generación del Trece, que como fantasmas fundadores de la pintura en Chile, apenas existen, apenas se recuerdan. Hijas centenarias recuerdan a sus padres, coleccionistas e investigadores desarrollan la impresión que esta pintura deja a través del tiempo. La Generación del Trece, Abelardo Paschín Bustamante, Pedro Luna, Elmina Moissan, Ulises Vásquez, Jerónimo Costa, Arturo Gordon, Agustín Abarca, Alfredo, Enrique y Alberto Lobos, Ricardo Gilbert, Ezequiel Plaza, Guillermo y Nicanor Vergara, entre otros, fue un grupo de pintores de origen popular y de clase media, que de manera principalmente autodidacta, inician en Chile un modo de ver y de pensar desde la pintura, inician un pensamiento propio. Recorren Chile caminado/pintando, participan de la cultura anarquista de la época, bohemios en su mayoría, escépticos, yoguis, de Talca, Rancagua, Casablanca. Del centro de Santiago, del barrio Victoria, de Recoleta, Renca, San Bernardo, Los Ángeles. Plantean el mirarse a sí mismos, mirar el país. En su mayoría mueren jóvenes, de manera trágica, peste, tifus, gripe española. Enrique Bertrix, el más joven, muere en las trincheras de la primera guerra mundial. De alguna manera, todos pagan un alto costo por dedicarse a la pintura. Principalmente pagan una extrema pobreza que los termina expulsando, a veces, de la propia pintura. Ulises Vásquez termina siendo picapedrero en el San Cristóbal, Ricardo Gilbert pasa a pintor de brocha gorda. Casi ninguno pasa la juventud. Cajas de cigarro, aguarrás, tablas, arpilleras, alfombras, son los materiales con los que buscan dedicarse al Gran Arte, como llaman a la pintura. Pintan con lo que pueden. Como pueden. La pintura es una forma de valerse a sí mismo. La pintura es oscura, de colores tierra, de temas lúgubres, prefieren el crepúsculo al amanecer. Pintan su presente, el trabajo cotidiano en fábricas y caletas, los velorios de angelito, novenas a la virgen, procesiones, riñas, cosechas, interiores de tabernas, de cabarets, cuartos de estudiantes, madres cuidando niños, mujeres ordeñando vacas, la vuelta a casa después del trabajo, en la noche. Son los primeros pintores que buscan vivir de la pintura. No es un pasatiempo equivalente al golf, de los pintores anteriores. Sino que entienden su trabajo como un oficio que los valida como miembros de la sociedad; de aquí la tragedia.