Charles Aránguiz. El último nativo del barrio

Abstract

Aquel 4 de julio de 2015 se marcó un hito en la historia deportiva de Chile. Por primera vez en 99 años de existencia, una selección de fútbol masculina adulta lograba obtener un título continental. El mismo que había sido eliminado en octavos de final del Mundial de Brasil 2014, se juramentó un año más tarde torcer la mano al destino y alcanzar el éxito en su propia casa. Detrás de las luces, los flashes y jugadores de renombre mundial como Alexis Sánchez, Arturo Vidal, Gary Medel o Claudio Bravo, destacó la labor silenciosa de un hombre un metro y 70 centímetros de altura, que cada vez que vistió la camiseta roja se hizo grande. Charles Mariano Aránguiz Sandoval fue el mejor futbolista de aquel campeonato1, alcanzando uno de los puntos más altos de su carrera con los elementos que siempre lo han caracterizado: equilibrio, profesionalismo y barrio. Esta es la historia de El Charly -como le dice su madre-, un futbolista de barrio que comenzó a brillar en las canchas de Puente Alto, y que, con humildad, terminó siendo el motor y alma de todas las hazañas de un equipo plagado de estrellas y egocentrismo. También es una manera de homenajearlo y contestar preguntas trascendentales que, debido al ostracismo del propio Aránguiz, ha sido difícil encontrar las respuestas. ¿Por qué lo apodan príncipe?, ¿Cuál ha sido la relevancia de Mariana Sandoval, su madre, en la carrera del futbolista? o ¿Cómo llegó a jugar por Colo Colo y terminó siendo ídolo en Universidad de Chile?, por nombrar algunos ejemplos que hacen crecer su leyenda. Es además una revisión al destino, sobre cómo los jugadores de barrio fueron encontrados y pulidos, en contraste a la forma en que hoy en día se encuentran nuevos talentos, proyectando hacia el futuro si Charles Aránguiz será el último en su dinastía o si El Príncipe tendrá un heredero que ocupe su posición.