Abstract | dc.description.abstract | Chile enfrenta una transición demográfica acelerada y con un envejecimiento progresivo. Al año
2022, la población >65 años representa un 12,9% de la población total y se estima que para el
año 2050 representará 25,1% (INE, 2017). De las 2.461.364 personas >65 años, el 17,5% vive
con dependencia, con una concentración en >80 años (casen, 2017). Una de las causas del
aumento de la dependencia, es la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles – ENT,
como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, diabetes, cáncer y enfermedades de memoria
como la demencia (OMS, 2015; PAHO, 2017; GBD, 2016; GBD, 2022). Estas enfermedades
afectan considerablemente la calidad de vida, aumentando las brechas de expectativa de vida
saludable, con una creciente demanda por servicios de salud y ayuda social (Martínez et All, 2021;
OCDE, 2020).
Con la disminución de la capacidad funcional, física o cognitiva, la persona requerirá de apoyo
para realizar actividades básicas de la vida diaria (ABVD) y actividades instrumentales de la vida
diaria (AIVD), demandando cuidados de largo plazo (CLP), por servicios domiciliarios,
comunitarios y/o institucionales, presionado los servicios sociosanitarios (OMS, 2015; OCDE,
2021). En todos estos escenarios, el trabajo de CLP es intensivo en mano de obra, intensivo en
uso de tiempos y de alto costo (Muir, 2017; Hojman, 2017).
Por lo tanto, enfrentar la dependencia requiere de atenciones y cuidados especializado y
específicos, más cuando, los estilos de vida, las redes de apoyo, el nivel socioeconómico y
educacional, condicionan la calidad de vida que viven las personas. Es así como los cuidados
de largo plazo se centran en servicios y atenciones médicas y no médicas que dé respuesta a
estos niveles de dependencia, severo a leve (SENAMA, 2009; OCDE, 2020). Para la OMS, los
CLP son “las actividades llevadas a cabo por otros para que las personas que han tenido una
pérdida importante y permanente de la capacidad intrínseca o corren riesgo de tenerla puedan
mantener un nivel de capacidad funcional conforme con sus derechos básicos, sus libertades
fundamentales y la dignidad humana.” (OMS, 2015:135). | es_ES |