Abstract | dc.description.abstract | Las políticas de vivienda promovidas desde el Estado a partir de la dictadura militar han
descansado principalmente en la entrega de vivienda en propiedad, mediante la generación de
subsidios a la demanda bajo el supuesto de que, aumentando la capacidad de pago de los hogares
mediante un aporte público, éstos serán capaces de ingresar y competir en el mercado formal de
vivienda. En ese sentido, el Estado ha adoptado un rol principalmente subsidiario, entregando
un papel protagónico al sector privado en la provisión de soluciones habitacionales, en el marco
de un mercado de suelo desregulado (Bogolasky, López & Mora, 2021)
A pesar de su documentada efectividad en reducir el déficit habitacional, las políticas
habitacionales de subsidio a la demanda tuvieron como consecuencia una proliferación de
extensos conjuntos habitacionales en la periferia de las ciudades, los que se caracterizaban por
contar con viviendas pequeñas, de baja calidad constructiva, en entornos sin completa
urbanización, con escaso equipamiento y limitada conectividad con el resto de la ciudad, que con
el tiempo, dieron origen a guetos, territorios segregados y estigmatizados marcados por la
inseguridad, violencia y el abandono (Aravena, De Gregorio y Poduje, 2013)
A partir de la década del 2000, se han creado diferentes instrumentos para intentar corregir los
problemas asociados al stock habitacional existente, y otros se han introducido con el fin de
prevenir la generación de nuevas situaciones de segregación socio residencial. Ejemplo de esto
son los proyectos de integración social apoyados con el DS19 (Bogolasky, López & Mora, 2021).
Sin embargo, no fue hasta el año 2013 que surge en Chile la primera política habitacional de
arriendo, el comúnmente llamado Subsidio de Arriendo DS N°52, a pesar de ser una política
ampliamente utilizada de forma complementaria a las políticas de tenencia en propiedad en gran
cantidad de países desarrollados.
Dicha política, que está destinada a dar una solución habitacional transitoria, a familias
pertenecientes hasta el 70% más vulnerable de la población nacional, no ha tenido los resultados
esperados, lo que queda reflejado por una tasa de activación de solo el 40% (MINVU, 2021).
Tanto problemas en la demanda como en la oferta de arriendo impiden que el subsidio de
arriendo cumpla con algunos de sus objetivos declarados, tales como incentivar la movilidad
residencial hacia mejores barrios o aumentar la probabilidad de acceder a programas de vivienda
en propiedad (Bresciani et al, 2021). | es_ES |