Caso Alto Hospicio: una historia de (no) víctimas: análisis del tratamiento respecto del concepto de víctima en el caso de las mujeres asesinadas en Alto Hospicio entre los años 1998 y 2001

Abstract

*basado principalmente en Los reportajes: “Caso de Alto Hospicio: El país las olvida, el desierto las devuelve, Réquiem de Chile” de TVN1; “Alto Hospicio: Las heridas que no cierran” del diario El Desconcierto2. “Perdidas en la pampa” de Revista Paula/La Tercera3. Entre los años 1998 y 2001 en la localidad nortina colindante a Iquique de Alto Hospicio, desaparecieron una serie de mujeres, en su mayoría adolescentes, habitantes de tomas, pobres. La mayor parte de ellas salían de casa con rumbo al liceo o trabajo, pero no llegaban a destino, tampoco regresaron a casa. Fueron en total, de manera confirmada, 16 las mujeres víctimas de Julio Pérez Silva, el hombre que violó y asesinó a 14 de ellas, una logró sobrevivir, y otra mujer fue violada por él y luego abandonada. Las implicancias de este caso, además del gran número de víctimas, y que lo hace uno de los sucesos más infames de la historia criminal reciente, tiene que ver con la manera en el caso fue abordado, en especial por las autoridades y la prensa de la época, que establecieron como posible causa de la desaparición de las jóvenes el contexto de suma pobreza y vulnerabilidad en el que vivían, apuntando a que más bien se trataba de diversos abandonos del hogar, en busca de mejores oportunidades, o huir de la violencia doméstica a la que se daba por supuesto que sufrían, a que se habrían fugado con sus parejas, que eran consumidoras de drogas (en especial pasta base), o incluso que habían escapado a otras ciudades para ejercer la prostitución; como menciona la autora Jimena Silva Segovia, se estableció un discurso institucional estigmatizante que apuntaba a que estas jóvenes se encontraban buscando monedas, trasladando la responsabilidad hacia las familias. El tratamiento mediático e institucional de este caso y la capacidad de los discursos hegemónicos de instaurar una teoría o hipótesis investigativa prácticamente como un hecho evidente resonaron en mí, y hacen cuestionarme acerca de qué tipo de preconcepciones, prejuicios o sesgos se evidencian en este caso (que además pueden repetirse en muchos otros), y que hacen que una persona pueda ser puesta en el lugar de víctima y otras no ante un hecho como la desaparición, sobre todo si hablamos de personas en situaciones de vulnerabilidad. ¿Hay acaso un estándar que cumplir para entender a otro como víctima y hacer algo al respecto?