Abstract | dc.description.abstract | Una de las expresiones del proceso de desarrollo de los sectores de servicio que acompaña al
crecimiento económico es la expansión de la cultura y la economía basada en eventos masivos que
crece a grandes niveles. Conciertos, festivales, ferias de comida, de historietas, fórmula 1, danza, entre
muchos otros formatos y contenidos reciben a miles de personas diariamente generando empleo,
inversión, demanda por servicios logísticos y un amplio abanico de actividades económicas
apalancadas.
Estos eventos para ser económicamente viables requieren densidad la que se encuentra de manera
natural en ciudades. De esta forma, las ciudades promueven la actividad cultural1
de sus habitantes
compitiendo por ofrecer amenities que mejoran la calidad de vida de esos espacios urbanos y, por esa
vía, el valor del suelo, generando, entre otras cosas, un potencial para mayor recaudación fiscal. Pero,
además, en el proceso atraen talento, lo que resulta vital en la economía del conocimiento. De este
modo se forma un ecosistema económico que combina bienes, servicios, infraestructura y cultura.
Chile no es un país ajeno a esta realidad. Tanto en Santiago como en regiones, el número de eventos
masivos en torno a la música, deportes y cultura crece más y más. Durante los últimos 20 años, se ha
visto más artistas presentarse en Chile que en cualquier otro momento de la historia.
Este crecimiento conlleva oportunidades y desafíos. Esto, ya que los eventos que aquí se realizan tienen
tanto un valor privado como un valor social (externalidades positivas). A su vez, los espacios utilizados
tienen la naturaleza de ser públicos y muchas veces de propiedad estatal, ya sea que se trate de parques
o estadios, que las productoras arriendan2
. Los eventos requieren una infraestructura básica y servicios
asociados (como son seguridad, infraestructura de transporte entre otros) que hace necesaria una
coordinación vital entre quienes producen los eventos y las autoridades locales. | es_ES |