Relación entre Áreas Silvestres Protegidas y las comunidades insertas y/o aledañas: Un abordaje y una propuesta desde la psicología comunitaria para el Parque Nacional Pan de Azúcar

Abstract

En la primera mitad del Siglo XX, en 1926, mediante Decreto Supremo del entonces Ministerio de Tierras y Colonización, se creaba en nuestro país el Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, constituyéndose en la primera área protegida de Chile, el cual existe hasta el día de hoy. Este acontecimiento marcó el inicio de las políticas de protección y conservación de la biodiversidad del país, y hoy las áreas protegidas que se han ido sumando al Parque Nacional Vicente Pérez Rosales, ya sean otros Parques Nacionales, Reservas Nacionales o Monumentos Naturales, abarcan un total de más de 15 millones de hectáreas, lo que constituye, aproximadamente, un 20% de todo nuestro territorio nacional (CONAF, 2016). Toda persona que visite uno de éstos Parques Nacionales u otra área protegida de nuestro país puede encontrarse con senderos, informativos, y diversas actividades que le permiten conocer aún más de la naturaleza, teniendo la oportunidad de aprender de la flora, fauna, particularidades geológicas y la delicadeza de los ecosistemas que al interior de estos territorios existen. En este sentido, un área protegida ofrece un significativo valor educacional para el visitante, así como también para la comunidad científica. Por lo mismo, la Corporación Nacional Forestal (CONAF), quien administra las Áreas Silvestres Protegidas del Estado en Chile, ha tendido en las últimas dos décadas a promover la participación de la sociedad civil en la gestión de las áreas protegidas, pues se identifica la necesidad de involucrar tanto a otras instituciones como a las comunidades en la gestión de un patrimonio que nos pertenece a todos