Dimensiones culturales de la donación de órganos post morten. En la respuesta afirmativa de los deudos

Abstract

El trasplante de órganos es un procedimiento reconocido por mejorar la calidad de vida de pacientes cuyos órganos están irremediablemente dañados. Por normas bioéticas para aumentar el número de trasplantados se establece necesario aumentar el número donantes post mortem. La escasez de órganos se presenta en gran parte del mundo y Chile no es la excepción. Frente a la falta de donantes, en 2010 la legislación chilena resolvió modificar la consecución de órganos y desde entonces todos los ciudadanos mayores de edad somos potenciales donantes de órganos, a excepción de aquellos que declaren lo contrario. Junto con lo anterior, la norma decreta que el destino del cuerpo y sus órganos es decidido por los familiares, sobre quienes recae la responsabilidad de dar curso a la voluntad del fallecido. El retiro de la ritualidad de la muerte y del duelo, más las características propias de la muerte encefálica, hacen de la decisión de donar órganos una muy difícil de asumir para la familia, sobre todo si desconocen la opinión del difunto. Cuando se accede a la donación, las familias deducen que hay vida en esa muerte, y movilizadas por diversos motivos, se disponen a entregar los órganos de sus fallecidos, tendiendo a entregar aquellos que cumplen con la misión que justifican su extracción. Con el diagnóstico que inicia este encuentro, las posibilidades no solo se abren a la muerte, también a que el cuerpo muerto conserve un resabio de vida y se implante en otra persona