La arquitectura tiene una larga relación con la solidez, la gravedad y la masa. Para Alberti, era la forma racional de un desplazamiento de pesos y un encadenamiento de cuerpos. Gran parte de la virtud arquitectónica ha radicado en jugar con las posibilidades de ambas operaciones. La geometría límite de la carga gravitacional dictó la forma de los pilares de la Johnson Wax o de los paraboloides de la Sagrada Familia. Ese aspecto material y racional de la arquitectura se ubica en la esfera del control y de las certezas. Quizás por ello la definición de Koolhaas de la arquitectura contemporánea como una riesgosa mezcla entre omnipotencia e impotencia resultara incómoda. Parece que los arquitectos son más felices cuando la balanza se inclina hacia lo primero. La renuncia al dominio y el abrazo a la complejidad posmoderna han sido más un desafío que un objetivo.
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Pontificia Universidad Católica de Chile, Escuela de Arquitectura