Abstract
Chile ha iniciado un camino respecto de sus sitios de patrimonio mundial, pero no es suficiente. Los escasos recursos públicos asignados a los que se reconocen como importantes no resultan suficientes y la gestión se hace dificultosa. Un caso extremo constituye la ciudad puerto de Valparaíso, la que, a pesar de los recursos inicialmente incorporados, no ha podido consolidarse y poner en valor su condición excepcional, recibiendo múltiples visitas y recomendaciones de las misiones de la Unesco.
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