Abstract | dc.description.abstract | Vivimos en una sociedad marcada por la despolitización creciente, pese a ello, fuimos testigos de la mayor movilización que ha ocurrido en el país en los últimos años. Una movilización que visibilizó un fenómeno social emergente que se ha denominado “tribalización de la política”, el cual encuentra sus antecedentes en la extrema individualización como legado de la dictadura, acompañado de un creciente malestar con las formas de organización y administración de la sociedad, cuya expresión concreta es la formación de pequeños grupos (tribus) que habitan diversos territorios a partir de prácticas distintivas que los transforman en lo que definimos como “vida urbana común”, que consisten en espacios apropiados por diversos sujetos en que la valoración de lo cotidiano y lo común, es decir, el habitar espacios físicos comunes, mantener experiencias similares, conocer o reconocer a los sujetos con quienes se relacionan es lo central. Se vuelve especialmente importante esta forma de vida urbana en tanto su potencial reside en ser un ámbito donde se fecundan cambios y transformaciones sociales, en la medida que es en ella donde se negocian y resuelven las diferencias entre lo público-privado, es decir, entre las contradicciones que adquiere la ciudad producto de las tensiones asociadas a la dinámica entre producción y reproducción propias del sistema, por lo que la democracia en dichas instancias toma forma de creatividad al albergar en su interior la capacidad de resolución de conflictos sociales urbanos.
Esta investigación busca indagar en las formas que toma la democracia en la vida urbana común, intentando delimitar los factores que nos permiten comprender la identidad política democrática al interior de esos espacios. Este objetivo se abordó desde una estrategia cualitativa que consideró el análisis de 8 entrevistas de integrantes de 3 organizaciones distintas en la comuna de Maipú: la “Orgánica Maipú”, el Centro de estudiantes del Liceo Nacional y la Asamblea “villa esperanza II”.
Entre los principales hallazgos destaca que la democracia analizada desiste de la naturaleza del conflicto como condición para comprender la democracia. Por el contrario, se busca atenuar el antagonismo potencial que existe en las relaciones humanas, lo que en este caso desencadena en una visión de pluralismo compartida por la totalidad de las organizaciones analizadas. A su vez, cuando se constatan disputas, conflictos o diferencias, los criterios a través de los cuales se resuelven son principalmente acomodaticios, es decir, su posición va a variar dependiendo del beneficio asociado a pasar por alto la diferencia.
Asimismo, es posible dar cuenta de lo que se denomina una “identidad política democrática” de la vida urbana común, caracterizada por una forma de agrupación (relaciones basadas en la cercanía), una forma de organización (mixtura horizontal), un principio sistémico (auto-organización), dos principios identitarios (autonomía y solidaridad) y una expresión de libertad (libertad positiva). | es_ES |