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Professor Advisordc.contributor.advisorGonzález, Gustavo
Authordc.contributor.authorValenzuela, Oscar 
Staff editordc.contributor.editorInstituto de Comunicación e Imagen
Admission datedc.date.accessioned2016-04-29T14:13:41Z
Available datedc.date.available2016-04-29T14:13:41Z
Publication datedc.date.issued2001
Identifierdc.identifier.urihttps://repositorio.uchile.cl/handle/2250/138066
General notedc.descriptionMemoria para optar al título de Periodistaen_US
General notedc.descriptionEl autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento
Abstractdc.description.abstractAntes de las nueve de la mañana de ese día lunes 9 de julio de 2001 la agitación era inusual en el Palacio de Tribunales de Santiago. Una buena cantidad de personas se había reunido a esa hora en las afueras del histórico edifico para esperar. Pero estaban en bandos separados. Tal como era tradicional, los adeptos a Pinochet se ubicaron en el sector de Bandera con Compañía, y los familiares de detenidos desaparecidos en esa misma calle, pero una cuadra más hacia el poniente, en la intersección con la calle Teatinos. Frente a esta eventualidad, el despliegue de seguridad se había redoblado en el centro de la capital. El cuerpo de Carabineros se encontraba en alerta máxima desde el fin de semana anterior. Igual sucedía al interior de la corte, donde una dotación de gendarmes, mayor que la habitual, custodiaba las entradas, y –muy especialmente- la llegada de los ministros por una puerta lateral. Mientras en los pasillos del Palacio los periodistas parecían reflejar el sentir generalizado de que si se seguía dilatando la resolución, la expectación iba a reventar. Después de casi dos semanas desde que se habían realizado los alegatos, no podía esperarse más. Ajena a ese barullo, la relatora Teresa Hernández subió tranquilamente al tercer piso del edificio, donde se ubica la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones, para buscar el papel que originaba todo el alboroto. A los pocos minutos retornó a la secretaría del tribunal, seguida por un séquito de abogados y periodistas. Pese a que el fallo era extenso y constaba de varias páginas, su misión era dar a conocer sólo la sentencia. “Se revoca la resolución de veintinueve de enero de dos mil uno , escrita a fojas 5.868 y siguientes, en cuanto en su decisión signada con el Nº1 rechaza la solicitud de sobreseimiento temporal formulada por la defensa del señor Augusto Pinochet Ugarte a fojas 5.863, y, en su lugar, se declara que, acogiéndose dicha petición y por exigirlo al mérito del proceso, se sobresee parcial y temporalmente en esta causa, en relación con el referido inculpado. Acordada con el voto en contra del Ministro señor Dolmestch”, leyó la relatora en la pequeña oficina atestada de gente. En un segundo la sala quedó vacía y todos los periodistas volaron para despachar la noticia, que al instante dio la vuelta al mundo. La justicia chilena había tomado una decisión clave: actuando contra la opinión del ministro de fuero Juan Guzmán Tapia, quien llevaba las acusaciones contra el desaforado senador vitalicio y ex mandatario Augusto Pinochet, una sala de la Corte de Apelaciones acordaba –en votación dividida- que el estado de salud del militar y su avanzada edad, le impedían continuar enfrentando un juicio en su contra. En Santiago las reacciones eran variadas. La abogada querellante Carmen Hertz, consideró "decepcionante" la determinación de la Sexta Sala, aunque recalcó que la calidad en que quedaba Pinochet era de procesado y reo. "Nosotros entendemos que haber suspendido el proceso respecto de Pinochet es haberle aplicado un estatuto privilegiado. El no está totalmente loco, no tiene ninguna imposibilidad para que respecto de un procedimiento escrito como el chileno, se hubiera continuado, al menos, hasta la conclusión del sumario", añadió. Mientras, Gustavo Collao Mira, abogado integrante del equipo jurídico de Pinochet, fue sorprendido en su oficina por los periodistas que llegaron corriendo para conocer su opinión. Aún no conocía el decisivo fallo, y sólo se enteró por lo que le dijo la prensa. En un evidente estado de emoción, y con lágrimas en los ojos, Collao recordó los tres largos años de batallas legales que había librado por la causa. Dijo sentirse “muy emocionado, por cuanto el senador Pinochet va a dejar de ser constantemente atacado por personas que han actuado más por revanchismo y por odiosidades contra su persona", fueron sus palabras. Mientras, en la comuna de La Dehesa, sector alto de la capital, un anciano de 85 años todavía dormía cuando se entregó el fallo. Alrededor de una hora después, cuando despertó, se quedó a solas con su esposa, quien le comunicó la noticia. No había nadie más en la habitación. Según relató posteriormente su hijo Marco Antonio, cuando el anciano conoció la resolución no demostró alegría ni ningún sentimiento exterior. Se limitó a decir que comprendía lo que significaba y -de acuerdo a lo que contó su cónyuge a los familiares posteriormente- pareció relajarse, como desembarazándose de un gran peso. Después se quedó mudo por largo rato, abstraído, mirando la tenue luz del sol que se colaba por la ventana y se estrellaba en los muros de la casa.en_US
Lenguagedc.language.isoesen_US
Publisherdc.publisherUniversidad de Chileen_US
Keywordsdc.subjectPinochet Ugarte, Augusto, 1915-2006en_US
Keywordsdc.subjectReportajes de investigaciónen_US
Títulodc.titlePinochet: el juicio de la historiaen_US
Document typedc.typeTesis


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