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Professor Advisordc.contributor.advisorRebolledo Gonzalez, Maria Loreto
Authordc.contributor.authorLagos Lira, Claudia 
Staff editordc.contributor.editorInstituto de Comunicación e Imagen
Admission datedc.date.accessioned2016-05-02T19:31:28Z
Available datedc.date.available2016-05-02T19:31:28Z
Publication datedc.date.issued2001-06
Identifierdc.identifier.urihttps://repositorio.uchile.cl/handle/2250/138139
General notedc.descriptionMemoria para optar al título de Periodistaen_US
General notedc.descriptionEl autor no autoriza el acceso a texto completo de su documento
Abstractdc.description.abstractA nadie le importa el aborto. Todos discuten sobre la defensa de la vida, la protección a los derechos humanos y una buena parte muestra su certificado de buena gente recordando su lucha contra la violación de los derechos humanos en dictadura. Nuestros dirigentes políticos siempre sienten la obligación de garantizar su irrestricta protección a la vida. A nadie le importa el aborto. El debate se centra en el inicio de la vida, en la necesidad de su protección, en la moral y en la maternidad. A nadie le importa cómo, cuándo y por qué una mujer abortó. Qué poderosas razones tiene para decidir, a pesar de todos los riesgos que implica, someterse a una intervención así. No se formula la pregunta sobre qué demandas insatisfechas esconden las cifras de aborto. Demandas por educación sexual, por métodos anticonceptivos, por cambios culturales que permitan efectivamente ejercer el derecho a la sexualidad y a la maternidad. Si eso fuera lo que importara, ya se habrían puesto sobre la mesa las alternativas para enfrentarlo. Un buen ejemplo de ello es que la polémica por el aborto se ha centrado en aquel de carácter terapéutico. No podemos hablar sino de polémica, pues no estamos en presencia de un debate abierto e informado. Cuando Ricardo Lagos era candidato a la presidencia, se manifestó dispuesto a reponer el aborto terapéutico. Pero propuso una serie de condiciones para ello. Sería necesaria la opinión de tres médicos y debería practicarse en un hospital público. ¿Cuál es la razón para esta alternativa? ¿Por qué no requerir la opinión de 5 ó 10 médicos o de una junta médica? ¿Dónde queda mi derecho a elegir si sólo puedo practicarme un aborto en un hospital público? ¿Y si mi ginecólogo atiende en una clínica? Si el escándalo se desata sólo por un debate pequeño, simple y esporádico sobre el aborto terapéutico, ¿podríamos discutir acaso la viabilidad de despenalizar el aborto a todo evento? En la presente investigación nos hemos asomado al aborto desde la educación sexual. Hace 40 años el Estado y la sociedad en su conjunto asumieron que este era un enorme problema de salud pública, impulsando un programa de planificación familiar en todos los consultorios, con información abierta y para todos. Y las estadísticas de aborto y de las muertes que éste causaba comenzaron a bajar en picada. Mientras, a principios del siglo XXI, todos los años se embarazan cerca de 40 mil adolescentes. Y desde 1990 a la fecha, se ha registrado un aumento meteórico de más del 40% de los embarazos en menores de 15 años. Son muchachas que aún no han terminado su formación física ni psicológica. Muchas veces ni siquiera han salido del colegio. En los últimos 30 años no ha habido ni una sola iniciativa masiva, sistemática e integral de educación sexual, vacío que la Concertación tampoco ha llenado en los últimos diez años. El único intento por parte del gobierno fueron las Jornadas de Conversación en Afectividad y Sexualidad, más conocidas como Jocas. Éstas son un programa de tres días, que se realizan a petición de los colegios, y en las que se hablan temas relacionados a la educación sexual, la afectividad y la fecundidad en base a las inquietudes de los propios alumnos. Sin embargo, se produjo un escándalo y diversos actores calificaron la intención del gobierno por proponer educación en esta materia como autoritaria. Y lo peor es que la polémica sólo inhibió cualquier intento por mejorar en este tema. Entonces, si ni siquiera podemos hablar de educación sexual, cómo vamos a discutir sobre aborto. Se rechaza la promoción abierta del condón, de los anticonceptivos orales, de los dispositivos intrauterinos, se rechaza la liberalización de la esterilización. Entonces, ¿cómo queremos evitar el aborto? Pero además, ¿qué pasa con la violación? ¿Con un feto inviable? ¿Con una maternidad en la pobreza, la cesantía, la violencia del marido? Y, por último, ¿qué pasa con la que piensa distinto? ¿Hay espacio para ella? Ante estos casos extremos, se propone como alternativa al aborto la entrega en adopción del hijo no deseado. Pero ¿puede una mujer casada, con tres hijos, con un hogar bien armado, entregar a un cuarto hijo en adopción? ¿Qué explicación le da al resto de sus hijos? ¿Que el bebé murió en el hospital? ¿Que se lo robaron en el camino? Puede que para algunas mujeres la adopción sea una posibilidad viable. Pero ninguna alternativa es la solución para todos los casos. No estamos hablando de aborto. Estamos hablando de pobreza, de que las parejas no quieren tener más hijos, de que las causas por las que se aborta son muchísimas y complejas. No estamos hablando de castigar el aborto, estamos hablando de castigar a mujeres, dueñas de casas, empleadas, con más de un hijo y pobres, pues el castigo no llega a todos. Cuando se levantan críticas contra el aborto, se asume como verdad revelada que la maternidad es una bendición. Pero entonces aparece como legítimo preguntarse si acaso lo es para todas las mujeres. Ahora, cuando se habla de proteger la vida del que está por nacer, ¿cómo es que tal protección se materializa? ¿Qué se le ofrece para que venga al mundo y en qué condiciones recibiremos a esa nueva criatura? ¿Cómo es que la sociedad se desentiende luego de esa vida sagrada? La defensa de la vida se queda en la forma: lo sacro por lo sacro. En el rito. La liturgia de la maternidad. El acto bautismal de la maternidad. Y después ¿qué? Siempre ha habido y siempre habrá aborto. En todas las culturas y por infinidad de medios. Lo que varía es la valoración que las sociedades tienen al respecto, cómo lo consideran: ¿cómo un delito? ¿cómo un método anticonceptivo? ¿cómo un derecho de la mujer? No está demás preguntarse si acaso la cobertura y la información de métodos anticonceptivos no sería mejor y más abierta si es que nuestra clase dirigente se atendiera en los consultorios, como debe hacerlo la enorme mayoría de la población. La presente investigación sólo busca proporcionar algunos antecedentes para reflexionar sobre el tema del aborto. Pero sobre todo para dialogar en torno a la educación sexual y a las posibilidades ciertas para una madre en nuestra sociedad. No tenemos la pretensión de agotar el tema. Es una puerta abierta para iniciar un debate, desprejuiciado, informado.en_US
Lenguagedc.language.isoesen_US
Publisherdc.publisherUniversidad de Chileen_US
Keywordsdc.subjectAbortoen_US
Keywordsdc.subjectMadresen_US
Títulodc.titleAborto en chile: madre hasta la muerteen_US
Document typedc.typeTesis


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