Abstract | dc.description.abstract | No cabe lugar a dudas de que EEUU ve en la República Popular China su máxima amenaza, en el mediano plazo, al liderazgo mundial que ha tenido desde el fin de la Guerra Fría. Por esta razón, para Washington el asegurar su zona de influencia en Asia, en específico en el noreste asiático, es un imperativo estratégico.
Para la República Popular China no hay dos lecturas: Taiwán es parte integral del territorio chino y el frenar cualquier intento independentista es un objetivo irrenunciable. Sin embargo, el proceso de reunificación encuentra su mayor dificultad en el rol preponderante de EEUU en la región y en la capacidad de éste de poder tener injerencia en el conflicto, ya sea a través de apoyo político a Taiwán, de asistencia militar a éste, o interviniendo directamente en un conflicto armado en la zona.
En este contexto, EEUU ha hecho durante estos años la mayor transferencia tecnológica militar a Taiwán desde 1990, incluyéndose en esta venta armas con una importante capacidad de destrucción.
La República Popular China no ha quedado indiferente ante este hecho, por el contrario, se ha embarcado en un proceso de modernización de sus FFAA y, lo que es aun más importante, en un cambio de su estrategia. Ésta se sustenta en una nueva forma de entender la guerra y que se ha definido en los últimos Libros Blancos de la Defensa chinos como “guerra limitada bajo condiciones de alta tecnología e información”, la cual conjuga en sí los esfuerzos hechos en materia de desarrollo tecnológico militar e instrucción de sus fuerzas de combate en pro de enfrentar de mejor manera y bajo las condiciones de una guerra moderna, por una parte, una eventual independencia de Taiwán; y por otra, el consecuente involucramiento directo de Washington en este potencial escenario de conflicto armado. | |