Abstract | dc.description.abstract | El sistema de capitalización individual implementado en nuestro
país en la década de los ochenta se concibió como un sistema en
el que los fondos serían administrados por empresas privadas.
Estas empresas, las Administradoras de Fondos de Pensiones
(AFPs), competirían por los afiliados y esa competencia disciplinaría
el mercado. Es decir, si una AFP cobra un precio relativamente
elevado, o entrega un mal servicio, los consumidores pueden
castigarla por la vía de traspasar sus fondos a otra administradora.
Sin embargo, para que esto así ocurra, es fundamental que los
consumidores reaccionen efectivamente ante cambios en las
variables relevantes en este mercado, como el precio, la rentabilidad
y la calidad de servicio. No obstante, la evidencia más reciente
sugiere que los consumidores no parecen responder ante diferencias
en comisiones o rentabilidad. Entonces, ¿Qué pasa con el supuesto
de racionalidad del consumidor? ¿Qué estamos ignorando en el
análisis? El supuesto de racionalidad en que se basa la teoría económica
tiene un importante valor predictivo, pero ¿explica todos los
fenómenos?; claramente no, es aquí en donde incorporar las
limitaciones cognitivas que surgen del campo psicológico puede
jugar un papel clave. El campo psicológico representa las influencias
internas (motivación, percepción, aprendizaje, personalidad y
actitudes) que afectan los procesos de toma de decisiones del
consumidor y por ende el análisis de esta área puede ayudarnos
a entender de mejor forma, no sólo el funcionamiento del sistema
de AFPs, sino también muchos otros fenómenos. | en |