Abstract
Al alcanzar un tamaño determinado la célula bacteriana se divide en dos células
hijas prácticamente idénticas entre sí y, a su vez, iguales a la célula que les dio origen.
Este proceso se caracteriza por una notoria reproducibidad en cuanto a factores
como, por ejemplo, el sitio de división (en la mitad de la célula) o el momento del
desarrollo celular (una vez que se ha duplicado y segregado el cromosoma), lo que nos
lleva a pensar que es un proceso finamente regulado.