Abstract | dc.description.abstract | ¿Qué fue lo que nos impresionó por primera vez? ¿Qué fue eso que con su espectáculo anuló nuestra cómoda tendencia a re-producir la explicación y certeza acostumbradas, y continuó sucesivamente conmoviéndonos al punto de inquietarnos permanentemente? ¿Qué fue y a dónde dirigió nuestras dudas? ¿A lo que sea seamos, a lo que sea que sea? ¿Seguirá influenciando aún nuestro ir y venir entre preguntas que respondemos y preguntas, o talvez sinsentidos, que no? Estas interpelaciones son de seguro dos cosas: incontestables por ahora y frutos de la reacción ante una interrogación inefable, la interrogación virtualmente infinita de la filosofía; productos que talvez ni siquiera buscan verdaderamente una respuesta, sino que cumplen su cometido simplemente perturbando. Reaccionamos así, preguntando el por qué de ese gran por qué extendido por todos los idiomas, talvez buscando remediar con una cura final el problema, talvez esperando que tras el hallazgo de esa primera cuestión podamos invalidar con nuestras famosas técnicas toda su prole perpetua. Pero antes, buscamos convicciones para responder a pequeñas fracciones de ese monstruo hijo nuestro, a alguna de sus celulitas, porque puede más nuestra esperanza y soberbia en el creernos capaces, que ese preguntar desesperado o que la resignación; y en esa búsqueda de certezas originales, productoras de suelos y no de despeñaderos, quien pregunta llega a sí mismo, más o menos aislado, como sujeto, actor, misterio, etc., y cediendo talvez a otros afanes, en sí mismo ve escisiones, dualidad, y en definitiva, halla al culpable de su perplejidad y sus extravíos en una de sus partes, a la que, sin dudar, marginará de sí. Continuará preguntando, pero ahora con un camino mágicamente acotado, de límites más o menos frágiles, que ahora sí, y en muchas ocasiones, lo satisfará. | es_CL |