Abstract | dc.description.abstract | La ciudad de Santiago, al comenzar el siglo XVII, puede caracterizarse como el espacio en el cual se gestaba una nueva sociedad. Si bien el territorio que ocupaba estaba poblado con anterioridad a la llegada de los españoles, en los años posteriores a la fundación hicieron su aparición, no sólo los contingentes hispanos que dirigían el proceso colonizador, sino también indígenas de orígenes territoriales y culturales diversos, y africanos que tras una larga travesía atlántica habían llegado para ser vendidos como esclavos, o que después de un tiempo en otras ciudades del continente, habían conseguido obtener su libertad. El paso del tiempo y el contacto entre sujetos de tan diversos orígenes, dio pronto nacimiento a nuevos sujetos, mestizos de español y de indio, de indio y negro, de español y de negro, en fin. Todos ellos, así como otros de origen hispano que intentaban conservar su “pureza de sangre”, convivían en una misma ciudad, aunque viviendo en sectores diferenciados según su condición social. La sociedad colonial se proyectaba, desde el Estado español, como una sociedad ordenada, en la cual cada quien ocupaba un determinado lugar. Este trabajo está destinado a estudiar un espacio en el cual el ideal de sociedad jerarquizada parecía desvanecerse y mostraba su fragilidad: la Cofradía de Nuestra Señora de La Candelaria, fundada en el convento de San Agustín. En ella, los hermanos, o cófrades, se reunían periódicamente, movidos por su devoción a la Virgen. Recolectaban limosnas, asistían a misas y sermones realizados por los sacerdotes de la orden agustina, participaban en las procesiones a las que acudían todas las cofradías y autoridades de la ciudad, y enterraban a los hermanos fallecidos, rezando por la salvación de sus almas. Según el registro que queda de sus actividades, participaron en esta hermandad hombres y mujeres de tan variada condición, como esclavos, indios de servicio y encomienda, negros libres, y españoles. En su seno tuvieron lugar, en una medida que no conocemos, relaciones interétnicas de las que, al menos potencialmente, participaba toda la gama de “mezclas” que habitaban la ciudad de Santiago. Pero cabe preguntarse, ¿cómo fue posible que en un mismo espacio, y bajo el alero de la Iglesia, se congregaran personas de tan distinta condición?. | es_CL |