Abstract | dc.description.abstract | La presente investigación tiene por objetivo elucidar la concepción de la historia de la humanidad defendida por Johann Herder en Auch eine Philosophie der Geschichte zur Bildung der Menschheit (1774). En este tratado, Herder distingue dos maneras de entender la historia que prevalecen entre sus contemporáneos. Por una parte, los progresistas sostienen que la historia describe el progreso incesante de la humanidad a través del tiempo. Según estos, la humanidad se ha ido perfeccionando cada vez más, de tal manera que la virtud y la felicidad de los individuos han ido en aumento. Pero ellos han medido este incremento a partir de su propia cultura. Así, han considerado la posesión de conceptos morales refinados como el ideal universal de virtud y a la ilustración como el ideal universal de felicidad. De esta manera, el perfeccionamiento progresivo de la humanidad habría culminado con la Ilustración europea. Pues, según los criterios adoptados, solo los europeos habrían alcanzado en el presente el nivel más alto de virtud y felicidad individual, consiguiendo realizar el propósito último de la historia de la humanidad.
Por otra parte, los escépticos sostienen que los cambios de la humanidad a través del tiempo no significan ningún progreso continuo para ésta ni obedecen a ningún plan. Porque, necesariamente, en el tránsito entre las naciones y las épocas, mientras surgen nuevas inclinaciones, conocimientos y virtudes, desaparecen otras alcanzadas previamente por la humanidad. De esto se sigue que, en el curso de la historia, ni la virtud y la felicidad de los individuos pueden aumentar incesantemente, ni la humanidad avanza inexorablemente hacia la realización de algún destino mejor. Esta posición extrema proviene, según Herder, del auge del escepticismo dentro de la filosofía europea después de Montaigne, el cual no solo comparte la desconfianza en la existencia de un propósito para la historia sino también la negación de toda intervención de la Providencia divina en ella. Así, la actitud escéptica lleva a concebir la historia como sin sentido en cuanto carente de todo orden y finalidad. A juicio de Herder, ambas maneras de entender la historia presentan deficiencias teóricas que impiden el reconocimiento del sentido de la historia de la humanidad, pero no es evidente qué propone como alternativa a éstas.
La tesis que defiendo es que Herder propone entender la historia como el proceso de educación de la humanidad de acuerdo con el plan de la Providencia divina. En primer lugar, esto significa que la historia tiene un carácter unitario y que las naciones solo representan las formas que ha adquirido la humanidad al adaptarse a las distintas condiciones geográficas en las que se ha situado. Por lo tanto, a diferencia de lo que sostienen los escépticos, las diferencias entre las naciones no son señal de la desconexión entre éstas. Por el contrario, todas las naciones se encuentran estrechamente vinculadas, ya que la humanidad adopta distintas formas nacionales partiendo siempre de las anteriores.
En segundo lugar, esto implica que la historia posee una estructura definida, la cual puede ser esquematizada como una serie de etapas formativas que va atravesando sucesivamente la humanidad. Además, al avanzar por esta serie, la humanidad va refinando algunos aspectos culturales, especialmente conceptos de virtud, por lo que puede decirse que ésta progresa en el ámbito de la moralidad. Pero, la humanidad también pierde algunos aspectos culturales en su avance. Por ende, contra los escépticos, los aspectos culturales que se pierden no imposibilitan completamente el progreso, ya que basta con que algunos aspectos se conserven para que puedan refinarse y producir cierto progreso en los ámbitos a los que pertenecen. Y, contra los progresistas, la humanidad no puede progresar en todos los ámbitos, porque no pude conservar todos los aspectos culturales.
Y, en tercer lugar, esto supone que la historia tiene un sentido teológico, ya que consiste en la realización del plan de la Providencia para la educación de la humanidad. Por consiguiente, todas las formas nacionales que adquiere la humanidad a través de la historia, en cuanto contribuyen a la ejecución del plan divino, corresponden a medios al servicio de la Providencia y poseen un valor equivalente. Así, en oposición al etnocentrismo de los progresistas, ninguna nación representa el fin de las demás ni es más valiosa que éstas. Por otra parte, en antagonismo con los escépticos, que niegan la realidad de la Providencia divina, la ejecución del plan divino está garantizado por la intervención de la Providencia en la historia mediante la actividad regular de la naturaleza. | es_ES |