Tecnología Lítica en el poblamiento Pleistoceno terminal del centro de Chile. Organizaciones, gestos y saberes.
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2010Metadata
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Núñez Atencio, Lautaro
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Tecnología Lítica en el poblamiento Pleistoceno terminal del centro de Chile. Organizaciones, gestos y saberes.
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Desde sus inicios, los estudios relativos al poblamiento de América se encuentran
inextricablemente unidos al estudio de la tecnología lítica. Probablemente, ello obedece al
fuerte evolucionismo unilineal en el que, no obstante la antropología rehúye firmemente,
las investigaciones han caído con recurrencia. El estudio de la tecnología lítica está, y
ha estado, vinculado a “lo más antiguo”, a “lo primero”; sin importar que desde hace un
buen tiempo sabemos que el ser humano que ingresó a América por vez primera fue uno
plenamente desarrollado en todas sus capacidades; físicas, sociales y cognitivas. A esta
recurrencia contribuye, sin dudas, la conservación de los materiales arqueológicos, puesto
que sabemos que en la medida que profundizamos en el tiempo, los múltiples procesos
de diagénesis restringen la variabilidad del registro humano, muchas veces limitando
nuestras posibilidades de reconstrucción del pasado sólo a los materiales líticos. No es
extraño entonces observar que dentro del ordenamiento inicial de las “periodificaciones”
americanas se haya considerado, por ejemplo, la denominación de un etapa o periodo
“Lítico” como representante material de los primeros pobladores del área Andina (Willey y
Phillips 1962, Lorenzo 1967, Kaulicke y Dillehay 1999). Lo cierto es que dicha manera de
abordar el fenómeno se inclinó por considerar –en más de alguna ocasión antigüedades
muy significativas para el poblamiento americano, en donde la presencia de “industrias
líticas” excepcionalmente toscas, se asimilaban a las etapas primarias de un proceso de
refinamiento evolutivo. Dichas propuestas estuvieron mediadas por significativos debates
que enriquecieron notablemente nuestra concepción del origen del hombre en el continente
(p.e. la resistencia de Hrdlička a existencia de un hombre de edad Glacial [Adovasio y Page
2002], la antigüedad de Calico entre Simpson y Leakey [Dillehay 2000], los tres niveles
Pleistocenos de la secuencia de Pickimachay [McNeish 1971, Lumbreras 1981], el estadio
“pre punta de proyectil” común a gran parte de Sudamérica, [Krieger 1964, 1965, Bird 1965],
la validez de las tempranas “industrias de bifaces, choppers y buriles para gran parte de
Andino América [Lanning y Patterson 1967, Lanning 1970, Lumbreras 1981, Jackson 1990],
la cronología y representatividad de los tempranos complejos líticos de E. Lanning para
todo el Perú [Lanning 1970, Kaulicke 1994], la validez de las industrias superficiales toscas
tempranas del Norte de Chile de G. Le Paige (1971) [Núñez 1980, Jackson 1990], entre
otros.
A partir de dichas discusiones y la incorporación de nuevas perspectivas de
estudio, la visión del poblamiento americano y su relación con la tecnología lítica ha
cambiado notablemente. Se ha transitado desde “arqueologías de sitio” hacia “arqueologías
regionales”, y lo que es aún más sintomático, los trabajos basados en la caracterización
tipológica de industrias superficiales (p.e. Krieger 1965) han sido cuestionados (Bird 1965,
Núñez 1980) especialmente por la desconfianza sobre la capacidad heurística de las
tipologías. Los énfasis actuales en estudios tecnológicos se centran en las decisiones,
estrategias, desempeño, organización (Nelson 1991), adaptación, desplazamientos y sobre
todo, flujos de materias primas, cuestión que se representa también en los estudios del
poblamiento de Sudamérica (p.e. Meltzer 1989, Nami 1994a, 1997, Borrero y Franco 1997,
Franco 2002a, Jackson 2002, Flegenheimer et al.
2003, Cattáneo 2004). Se ha enriquecido continuamente temas relativos a rol de
la tecnología y su funcionamiento en los sistemas económicos en desmedro de la
comprensión de su papel en la organización social de las poblaciones estudiadas.
Actualmente, se vislumbran alternativas en la interpretación de la tecnología lítica de
las sociedades del pasado. Es posible nutrirse de una amplia diversidad de opciones que
se erigen sobre las discusiones que permitieron posicionar a los estudios tecnológicos en
su sitial actual. Hoy en día es viable considerar la tecnología como arbitraria, en donde los
modos de hacer son socialmente construidos y, por tanto, significativos (Lemonnier 1992,
Pfaffenberger 1992). Han surgido alternativas conceptuales, que a partir de los contextos,
permiten acceder a preguntas relativas a cómo el ser humano se vincula a la materia (Leroi
Gourhan 1971, Lemonnier 1992, Pelegrin 1990, Inizan et al. 1995). Aluden a temas referidos
al contexto social de producción (Gamble 1999). Pese a ser un tema frecuentemente
esquivo, ello sólo se debe a la falta de búsqueda de medios metodológicos que permitan
dar cuenta de los mismos.
La tecnología lítica es posible conceptuarla en su relación a las regiones y el espacio,
no
exclusivamente a su estructura de recursos, sino a su construcción cultural y rol social.
Una estrategia investigativa en esta línea permitirá entender la tecnología en función
de la organización espacial de los grupos humanos. Gestos, modos de hacer, cadenas
operativas, saberes y su transmisión no son ni universales, ni monolíticos; por tanto,
debieran permitir discriminar unidades culturales discretas del pasado, así como lo hacen
entre culturas contemporáneas (Lemonnier 1992).
En esta línea, no existe ningún impedimento teórico para suponer que los sistemas
cognitivos que unificaban la tecnología en las regiones no operaron durante el primer
poblamiento de Sudamérica. Esto puede ser especialmente significativo en un
escenario de exploración inicial en donde se supone baja demografía (Borrero 198990,
1999, 2001, Borrero y Franco 1997) y donde los amplios rangos de movilidad permitirían
mantener grandes redes sociales que admitirían a la manutención de la reproducción social
y los flujos de información (Gamble 1999, Dillehay 2000). Con una baja demografía, la
posibilidad que se superpongan rangos de acción de grupos disímiles sobre un espacio
común son mínimas (Borrero 198990). Lo más esperable son continuidades regionales
como se ha observado, por ejemplo, entre Pampa Patagonia (Nami 1987, Ardila y Politis
1992, Prates y Luchsinger 2005) o a lo largo de la vertiente del Pacífico (Grosjean et al.
2005), sin que ello niegue la evidente diversificación postulada para el poblamiento de
Sudamérica (Dillehay 2000, Gnecco y Aceituno 2004, Schmidt 2004).
En esta investigación nos preguntamos cómo se configuró la organización
sociotécnológica
de los grupos que poblaron inicialmente el centro de Chile durante el Pleistoceno
terminal (en adelante ~13000 a 11500 años cal AP.). Se propone una evaluación crítica
de la tecnología lítica de los conjuntos asignados a este desde lapso temporal. Pensamos
que uno de los aportes sustanciales de esta investigación será intentar dar cuerpo a un
proyecto metodológico capaz de generar y contestar preguntas organizacionales humanas
en un contexto académico donde dichos temas son frecuentemente rehuidos. Es así como
se ha considerado al material lítico como escasamente sensible al cambio (p.e. Beck 2000),
en atención a que: a) dicha apreciación se basa sobre comparaciones con otros conjunto
materiales cuya dimensión informativa (sensu Lemonnier 1992) posee mayor variabilidad (p.e. decoración cerámica), y b) lo que es más grave, dicha asunción se sustenta sobre la
incapacidad de los investigadores de formularse preguntas y una metodología acorde para
resolverlas. La vía principal para dar cuenta del problema de investigación será generar
puentes analíticos entre la tecnología y el espacio, abordando aspectos organizacionales
sociotecnológicos como la definición de cadenas operativas que permitan: (i) entender la
gestión de los recursos líticos, (ii) las actividades humanas en los sitios y las regiones y (iii)
brindar un esquema comprensivo de la tecnología como ritmo de acción en el espacio.
El proceso de poblamiento del centro de Chile, a la fecha, obtiene su cuerpo de datos
desde una cantidad reducida de sitios arqueológicos distribuidos en dos grandes sectores
aislados. Entre ambos sectores, el extremo meridional del Norte Semiárido (NSA) y la
cuenca de la ex laguna de Taguatagua, existen más continuidades que diferencias, siendo
las últimas principalmente en la dimensión funcional de los asentamientos. Dicha situación
ha permitido sugerir modelos integradores que recogen la relación hombre fauna extinta,
la selectividad en el asentamiento y los cambios climáticos en ambas áreas (Núñez et
al. 1987, Jackson et al. 2004). Pensamos que discutir la tecnología lítica de los primeros
pobladores del centro de Chile es, tanto una deuda, como una oportunidad, especialmente
considerando la innegable ventaja de haber logrado obtener en los últimos años mayor
claridad respecto a sus localidades, manifestaciones materiales, relevamiento de contextos
y precisión cronológica.
Adicionalmente, esta investigación se nutre de una larga trayectoria que ha tenido
como principio encarar el tema del poblamiento inicial de la región desde una perspectiva
interdisciplinaria; camino iniciado por J. Montané y colaboradores (Montané 1968,
Casamiquela et al. 1967, Montané y Bahamondes 1973, entre otros), seguido por L. Núñez y
colaboradores (1987, 1994a, 1994b, entre otros) y recogido por D. Jackson y colaboradores
(Jackson et al. 2004, 2007, entre otros).
.
En esta investigación nos proponemos definir el marco general en donde se
desarrollaron las poblaciones humanas a las que aludimos (capítulo III). En este marco, se
discute la información, discusiones y estado del arte del tema del poblamiento americano
en dos dimensiones espaciales, la escala continental/subcontinental y la escala regional.
Esta discusión no pretende ser acabada, ni recoger todos los datos disponibles, sino más
bien mantener el foco en los aspectos relacionados con las investigaciones en tecnología
lítica. Este segmento supone una ponderación de los datos en cuanto su confiabilidad y los
supuestos teóricos sobre los cuales se sustentan.
El marco teórico de esta investigación corresponde a una instancia crítica que
contempla una discusión de los principales esquemas implementados (implícita y
explícitamente) en la interpretación de la tecnología lítica, con especial referencia a las
posturas del poblamiento de Sudamérica. Define qué aspectos organizacionales son
cruciales para entender la movilidad humana, la función de los sitios/campamentos y
abordar la dimensión temporal de las ocupaciones. Asimismo, se discute qué herramientas
son necesarias para generar puentes entre lo material y las relaciones sociales humanas
(capítulo IV). En un acápite de presentación del área de estudio se sientan las bases para
entender las características de la zona que elegimos investigar, se propone una discusión
del escenario ambiental actual, y de las condiciones contemporáneas a las ocupaciones
humanas discutidas (capítulo V). Posteriormente, exponemos explícitamente los criterios
analíticos, la selección y recuperación de la muestra y proponemos que el mayor énfasis
debe centrarse en las escalas espaciales de análisis: qué significan, qué interpretan y
qué alcances poseen (capítulo VI). Los resultados son presentados en atención a estas
escalas. Son disímiles en cuanto la profundidad alcanzada según los cuerpos de datos.
Nuestros resultados muestran los trabajos llevados a cabo en función de dilucidar la
estructura regional de recursos en distintas áreas, con el propósito de evaluar los criterios
de selección y transporte de las materias primas líticas (capítulo VII.1). En una escala
microespacial se discuten las evidencias de cada uno de los sitios/contextos trabajados,
de acuerdo a sus particularidades y el trabajo llevado a cabo con ellos (capítulo VII.2).
Los resultados pretenden detallar descriptivamente, tanto los conjuntos materiales, como
las características de los sitios y su interpretación. Se organizan primero presentando al
contexto y conjunto lítico de q. Santa Julia, después los sitios en la cuenca de Taguatagua
y posteriormente las evidencias de la zona de Quereo. Por su parte, nuestra discusión
presenta una interpretación integral de los resultados en tres temas: (i) la gestión de los
recursos líticos, (ii) los tipos de sitios (funciones) y su señal arqueológica y (iii) una propuesta
interpretativa que pone de relieve el rol de la tecnología en el poblamiento inicial de la
región (capítulo VIII). Proponemos que los grupos humanos que poblaron el centro de Chile
durante el Pleistoceno terminal correspondieron a una misma población tecnológicamente
emparentada. En este contexto, la tecnología lítica fue utilizada como ritmo de acción social.
No obstante, ésta cambió con el transcurso del tiempo en función de la adquisición e
incorporación de más información regional y la transformación de un espacio desconocido
en un lugar habitado. Esta interpretación se describe en un esquema interpretativo del uso
del espacio para el periodo en discusión. El trabajo concluye con un balance de las hipótesis
y perspectivas de la investigación (capítulo IX).
Identifier
URI: https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/105830
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